09 octubre, 2007

“…Morir en tus ojos, renacer en tu boca…”

¿Cómo puedo llegar a describirte sin pecar en la perfección? Es difícil plasmar en palabras lo que significan para mí esas curvas que parecen desafiar a la naturaleza y que invitan a que las caricias resbalen por ellas como si rodaran por una montaña rusa infinita, llena de suaves emociones o cambios bruscos de placer; el mismo placer que siento al tocar esa piel que asemeja a la seda en suavidad, invitando a mis manos a palparla durante horas, tan solo susurrando palabras a tus oídos que traspasen las fronteras de la imaginación y congele ese momento para siempre en el recuerdo.

¿Es necesario explicarte el efecto que produce en mí tu mirada? Esa que me desarma, por no saber si es de cariño, de amor, temor o deseo, en mil pedazos como un rompecabezas sobre una mesa. Siento que esos ojos brillantes, traspasan los míos e inician un recorrido por todo mi cuerpo hasta posarse muy adentro, donde trato de guardar bajo llave mis sentimientos mas profundos y que, sin permiso alguno, robas cada vez que fijas tu mirada en mí.

Dejé para el final, esa pieza que mas me gusta de ti, y digo pieza porque realmente parece trabajada con sumo cuidado por el escultor que te creó, “tu boca”, coronada por unos labios que siempre poseen un color rojo carmín y que al entreabrirse dejan que se cuele esa voz dulce y que susurran hermosas palabras de amor.
Es por todo esto y más, que siempre deseare que “me aniquiles con una mirada profunda y me hagas renacer con un dulce beso proveniente de tus labios”