11 septiembre, 2011

Martes 11-S: Una decisión que cambiaría muchas vidas

Jorge Cruz, era presidente de la nación mas poderosa del mundo, él tomaba decisiones que dictaminaban el curso de millones de vidas. Su país permitía establecer el destino económico, mediático y social del resto del continente, simplemente, representaba a un verdadero imperio. 

Durante el mandato del Señor Peligro, como era llamado Jorge por los gobiernos enemigos, algunas cosas no iban bien; el desempleo en aumento, la economía estaba en picada y había una ligera sensación de que algunas naciones se estaban armando para atentar contra países aliados. 

La presión de la sociedad contra Jorge era cada vez más pesada, en su vida nunca se había sentido tan cercado, y sabía, que en momentos así sus decisiones no eran las más acertadas. Sus consejeros más cercanos, sobre todo en el ámbito militar, insistían en que se necesitaba un pretexto para iniciar una "guerra", una que distrajera la atención de los medios y les permitiera tener carta blanca para poder invadir a quien se les antojara. 

Su país tenía fama de tomar decisiones controversiales, y a veces, de conspirar contra ellos mismos; los más escépticos decían que, en su momento, la Agencia Central de Inteligencia había decidido asesinar a un Presidente porque tenía ideas "liberales". Una década atrás el padre de Jorge también inicio una guerra en el desierto con resultados desfavorables, en conclusión, en momentos críticos no les iba muy bien a los gobiernos del país.

Finalmente, Jorge aceptó formar parte de la mayor conspiración de la historia; una que costaría muchas vidas y cambiaría la forma en que el mundo seguiría viviendo. Un acto impensable para lograr los objetivos planteados, una estrategia de la que Nicolás Maquiavelo estaría orgulloso. 

Las cartas estaban echadas, miles de personas perderían su vida, dos aviones impactarian dos edificios y luego, un discurso de Jorge abriría el camino para la guerra: "Ha comenzado la lucha contra el terror". Todo se planeó para un martes, un 11 de septiembre en la mañana para tratar de minimizar las muertes y que no causara tanto impacto en la sociedad. Ya la Agencia Nacional de Seguridad tenía fotos, perfiles, audios y vídeos de quienes serían acusados ante el mundo. 

 Dos aviones fueron secuestrados, dirigidos a las dos Torres más altas de la ciudad y la información transmitida a los medios. El mundo entero vio el momento del impacto, el fuego se apoderó de los edificios y el infierno se desató. Mientras las llamas crecían, las personas saltaban desde los pisos más altos buscando una muerte menos traumática.  Algunos, como José, se quedaron en su oficina esperando por los bomberos. 

Una hora después el mundo estaba conmocionado, los rescatistas iban y venían, pero nadie esperaba lo que sucedió luego: ambas Torres cedieron y cayeron como un castillo de naipes sobre sus cimientos. Jorge no daba crédito a sus ojos, no era lo que habían planeado y ahora miles de vidas se estaban perdiendo. Muchas familias lloraron, quedaron separadas para siempre sin razón alguna. 

 Jorge tuvo que aparecer en televisión en cadena nacional: "este ha sido el golpe más duro para el mundo, muchas vidas se han perdido. Lucharemos contra el terror sin tregua". Mientras tanto en las altas esferas del gobierno guardaban el mayor secreto de sus vidas, y se preparaban para la guerra.