Los seis estaban esposados, temerosos ante el próximo movimiento de los policías. Las chicas tiritaban a pesar de no haber frío, mientras tanto los hombres trataban de dialogar, sin obtener ningún resultado.
Los funcionarios se acercaron, comenzaron a desnudar a la primera chica y
a manosear a las otras. Los gritos comenzaron a aumentar mientras uno
de los policías se le tiraba encima a una de ellas para forzarla a
besarlo.
En medio de su desespero, uno de los chicos se levantó para tratar de
impedir la violación y un disparo certero en la frente lo mandó unos
metros atrás.
Al ver la sangre, a uno de sus amigos muertos y que la situación estaba fuera de control, las muchachas comenzaron a llorar.
El jefe de la operación, que no tenia previsto matar a nadie le dijo a
los demás: - Dejen esa vaina así, lo hecho, hecho está-...
Una ráfaga de quince disparos cortó el aire y después todo quedó en
silencio. No más gritos, no más gemidos, solo seis cuerpos en un terreno
solitario de la ciudad más violenta del mundo.