13 diciembre, 2012

...Maradona: El Mesías de una época, el Jesucristo de muchos...

Foto tomada del reportaje: El mundial de Maradona
by JotDown
“Si Jesús tropezó, por qué Él (Maradona) no habría de hacerlo”, Rodrigo en “La Mano de Dios”, canción del año 2000. 

Diego Armando Maradona, “El Pibe de Oro”, “El Pelusa”, “El Diego” o simplemente Maradona, así se le conoce al argentino que desde los 10 años comenzó a brillar en el potrero con sus trucos, hazañas y picardía para tratar al balón de cuero, hasta el punto de ser hoy en día un Mesías para muchos fanáticos de la camiseta albiceleste y del balompié mundial. 

“El Diego” desde muy pequeño tenía una convicción, consagrarse con la selección absoluta y hacerla merecedora de una Copa del Mundo. Por esa razón, jugaba con pasión y con cualquier cosa que semejara a una pelota y así convertirse antes de los 15 años en El Milagro, como lo apodó el DT del Argentina Juniors cuando lo fue a ver en el campo donde todas las noches jugaba. 

Así empezó Maradona con su carrera, que ya es harto conocida por todos y no vale la pena volverla a contar en este texto; simplemente decir que con sus 1,66 metros de estatura ha enfrentado desafíos y se ha encarado él solo contra todo un equipo como lo hizo en México 86, cuando maniató a Inglaterra con dos goles para alimentar su orgullo deportivo y regalarle a su patria, la venganza por una guerra previa en Las Malvinas. 

Estos hechos lo han convertido en un Mesías, en un Jesucristo que arranca lágrimas de pasión, de orgullo patrio y admiración contagiosa para todos los que disfrutamos de una buena jugada del deporte mundial y decimos, como lo hizo el narrador de México 86 en medio de un éxtasis equiparable con un orgasmo: ¡El país con el puño apretado gritando por este gol, por Diegol...Gracias Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas! 

Sus hazañas son memorables y únicas. Sus jugadas quedaron para la posteridad, y han servido para borrar las cosas negativas de Diego Armando, que no es un marciano como lo calificó en una oportunidad su hermano, sino un ser humano con todo el derecho a equivocarse o caer en la cruz, como lo hizo Jesucristo en su momento para salvarnos a todos, así como salvó el 10 esa tarde a toda una nación cuando en México alzó la copa para darle la alegría a su país y colocar su firma en las páginas de la historia.