Siempre me ha llamado la atención romper la barrera azul que cubre
cada uno de nuestros días, salir al espacio a descubrir nuevas cosas,
nuevas experiencias, incluso otras formas de vida.
Debe ser algo tan impactante que parece difícil de describir, tocar
las estrellas, ver el negro profundo del espacio y ver la Luna como si
la pudieras tocar, sentarte sobre ella como El Principito sobre su
planeta.
Realmente eso puede resultar increíble para un astronauta, pero como
yo no soy uno de esos solo me queda soñar con el momento y por eso, a
veces, pienso que conocer o entrar a la vida de una persona por al
menos unos minutos, puede ser como explorar otro mundo.
Conversar con un desconocido te puede cambiar la vida, un intercambio
de palabras puede convertir una situación para el recuerdo. Adentrarse
en la mente de una persona en la oportunidad menos pensada, puede
ayudarnos a verla tal como es.
Algo así como la actividad de un explorador, como Cristóbal Colón
cuando llegó a una tierra que posteriormente se llamó América, esa es
la idea de hablarle a la gente, de entenderla por al menos unos
segundos.
Así te enteras de sus pesares, de sus sueños, de sus deseos e incluso
te puedes reflejar en sus ojos, sumergirte en sus palabras y que se
genere empatía. Una persona es un lugar, un planeta sumergido en un
universo donde giran ideas, pensamientos y un espacio que cambia
diariamente por la fuerza de la naturaleza.
Explorar es conocer, es arriesgarse y es una manera de vivir, una
manera de experimentar y unirse con otros, es como ser ese astronauta
que llega al espacio y descubre un mundo nuevo.