12 julio, 2015

...Desde el más allá...

Desde hace unos meses atrás no sabía nada de él. Ella era joven, se había mudado de ciudad, y a pesar que estaba comenzando a salir con una pareja, no estaba muy convencida que pudiera combinar con ese chico tímido, con pensamientos de anciano y que tenía en su mente un romance al más puro estilo de Shakespeare. 

Estaba tratando de escapar de su vida pasada, pero algo la ataba a ese hombre malo que la hacía sentir como victimaria para así callar sus traumas del pasado. 

Por eso ese día de septiembre cuando su ex le escribió, se preguntó dónde podría comenzar una nueva historia con ese fantasma, un ser que regresaba desde el mundo de los muertos. Jamás pensó que pudieran encontrarse de nuevo, estar juntos para tener paz interior. 

Tras muchos mensajes, fotos eróticas y negando a ese novio que vivía en el mundo de Romeo y Julieta, decidió entregarse a sus demonios por una noche más y acallar lo que le dictaba la conciencia, se sentía enamorada y confundida, pero necesitaba experimentar lentamente cómo era dejarse llevar por su yo interior.

Bailó para él con sus medias negras, acariciando su cuerpo y montándolo suavemente para sentir placer en ese sitio que ella solo sabía, aunque estaba segura que unas horas después la iba a invadir el odio contra si misma por recaer en esa cama. 

Se besaron, se lamieron y fornicaron como perros, iniciando una historia que no tendría final, que destruiría sus vidas y la de otros al abrir sentimientos incontrolables que los llevaría a un hueco sin fondo y sin regreso.

06 julio, 2015

...En el desierto...

Cuando pienso en tu cuerpo, imagino que soy una gota de agua que recorre un desierto que guarda misterios, placeres y un oasis para alimentar mis deseos, mi felicidad y mi amor. En el desierto de tu cuerpo soy una gota que cae cada cierto tiempo por la lluvia, me guío por el brillo de tus ojos negros que parecen dos planetas o dos lunas que guían mi camino en las noches frías, silenciosas y riesgosas.  

En tus ojos me he reflejado millones de veces, me encuentro y me pierdo en ellos cada vez que me topo con ellos y, desde allí sigo mi camino enamorado por esas dos constelaciones. Bajo humedeciendo tu cuello y la frontera de tus hombros, esos hombros que parecen dos obras de arte moldeadas por la brisa, allí he imaginado tantas cosas por esas dos joyas que me han atontado a tal punto de estar seguro que la perfección existe. 

Sigo bajando por tu pecho, y allí, encuentro las dunas más hermosas que he visto. Redondas, acariciables y coronadas por unas puntas marrones que se confunden con tu piel, tan parecidas a dos pedacitos de miel que provoca lamerlos para alimentarme de su néctar y su sabor espectacular, en esas dunas me he perdido tantas veces en mis noches de soledad que sin duda, son mis dos predilecciones. No me quiero ir de allí pero continúo mi camino por ese cuerpo suave, lleno de curvas, de lunares rojos y pedacitos de placer que guardas para mí.

Corro rápido, me escondo en tu ombligo para ver el paisaje, las dos dunas que dejé atrás en el horizonte y tus ojos siempre guiando mi vida. Desde el ombligo caigo en el oasis de tu cuerpo, en el punto perfecto donde se combinan placeres, amores abriendo la puerta para crear vida. 

Allí como una gota, te humedezco, te recorro y siento esa zona suave, profunda y extensa como un mar, un mar que quiero navegar día y noche para perderme y evaporarme feliz por el calor de tu vientre y regar, con amor y placer ese desierto, para convertirlo en el paraíso perdido de nuestra vida.