21 noviembre, 2016

...¿Por qué lloro al ver Forrest Gump?...


"La vida es como una caja de bombones", de esa forma - bastante sencilla - la mamá trataba de explicarle a Forrest Gump cómo funciona el juego de azar que se inventó Dios a la hora de lanzarnos a este mundo.

Y es que de eso se trata esa obra de arte protagonizada por Tom Hanks en 1995, mostrarnos de una forma básica qué estamos haciendo día a día con nuestras vidas.

Forrest Gump es un experto en cualquier tema que nos esté preocupando. Nos enseñó que el amor perfecto, a primera vista y completamente imposible sí existe. Ese amor que si tienes oportunidad de conocer, experimentar y vivir, te hará completamente feliz por un corto tiempo pero absolutamente miserable por el resto de tu paso por la tierra. Todos hemos tenido una Jenny a nuestro lado. 

Forrest también nos mostró la verdadera amistad, esa que yo en 32 años de vida no he logrado cultivar pero que a veces - lo confieso - envidiaría tener. Su relación con Buba, el de los labios gigantes, confirmó que no es necesario pasar mucho rato junto a alguien para descubrir que puede ser "tu mejor buen amigo" y sí, así como lo descubres también puedes perderlo. Tuve mi "buen mejor amigo", y así como Buba, se fue repentinamente y no le pude contar muchas cosas.

Con sus piernas medio tiesas y pasos alocados, sus palabras directas e inocencia casi tonta, que lo llevó a ser tildado como estúpido por muchos, Forrest también pudo cambiar el mundo. Triunfó en Vietnam, conoció a casi todos los Presidentes de Estados Unidos - que lástima que no pudo estrechar la mano de Donald Trump o a Obama -, llevó a Elvis a la fama con sus pasos de baile y le dio la idea a John Lennon para escribir Imagine.

La vida de Forrest fue como esa pluma que flotaba por el cielo a inicio de la película; plácida, tranquila y llevadera. Confieso que quisiera tener una vida así, para dejarme llevar y lograr cosas de manera imperceptible.

Forrest Gump es perfecta por eso, porque nos demuestra que podemos ser felices sin necesidad de esperar nada, sin buscar, sin encontrar, solo siendo nosotros mismos.