25 septiembre, 2016

...Drop the gun: Tres palabras que significan la muerte en Estados Unidos...

NBC
Estados Unidos sigue siendo el país más poderoso del planeta. Su Gobierno es influyente, tiene el aparato de inteligencia para mover los hilos de otras naciones, genera cambios en otras “democracias” con tan solo una llamada telefónica y aún muchos lo ven como el lugar en el que ser rico, famoso o absolutamente feliz es posible.

En mi opinión esto es una realidad para todos los que estamos fuera de ese territorio marcado por la Estatua de la Libertad, los maravillosos discursos de Barack Obama y Mickey Mouse; sin embargo, para los que están allí dentro esto tal vez no sea verdaderamente cierto. Hay un sector de la sociedad estadounidense que aún sufre por las consecuencias de ese sueño: los afroamericanos.

Los titulares vuelven a colocar en el centro del debate la tragedia que causa la brutalidad policial: Keith Lamont Scott, un afroamericano residente en Charlotte, Carolina del Norte, murió tiroteado por un policía “negro” en circunstancias poco claras.

De acuerdo a los reportes de la policía, un grupo de funcionarios atendía una llamada cerca a donde estaba Scott cuando lo avistaron en actitud sospechosa dentro de su vehículo. El oficial que le disparó, quien para ese momento vestía de civil, declaró que el “sospechoso” tenía en sus manos un arma y además estaba preparando un joint de marihuana.

La defensa de la familia, se ha encargado de desmentir el parte oficial. Aseguran que Scott sufría de una lesión traumática en el cerebro, estaba leyendo un libro en el momento de los disparos y no representaba ninguna amenaza para nadie.

Hasta ahora todo se ha convertido en una guerra de opiniones y también en una batalla campal en la calle, la ciudadanía se ha mantenido en protestas en las calles reclamando por una justicia que al parecer no ampara a los afroamericanos desarmados.

BrianBlanco/GettyImages - Mic 
Aunque  el de Scott es uno de los casos más mediáticos de los últimos meses, en otros estados se han reportado tiroteos por parte de policías en contra de jóvenes afroamericanos que simplemente tenían en sus manos una pistola de juguete.

El sistema judicial estadounidense aparentemente está corroído, no distingue entre buenos y malos, y mientras se da un intercambio de videos e imágenes para darle la razón a uno u otro bando, muchos sufren y esperan que la verdad salga algún día a la luz.

No sé si valga la pena hacerle caso a la policía, soltar las armas (drop the gun) o simplemente que los afroamericanos sigan luchando por sus derechos, por un trato igualitario y que en algún momento se cumpla el sueño de aquel grupo de Selma que siguió Martin Luther King hasta sus últimos días.

21 septiembre, 2016

…Té para tres…

¡Un trozo de miel no basta!

La mesa estaba perfectamente servida. Un juego de platería, tazas y cucharas mínimas para tres personas. Ella se sentó a esperar, hurgando en la penumbra para descifrar quién sería su acompañante y el misterio de esa invitación anónima.

Minutos después, a su lado, estaba el hombre con el que había pasado cuatro años de su vida, viéndola directamente a los ojos con una mirada fría, sin expresiones y totalmente sereno, sorbiendo lentamente una taza de té humeante.

En la otra silla, el gato que había sido como el hijo entre ellos dos. Vestido con un corbatín, que se mojaba cada vez que se inclinaba para dar suaves lametones al té y que vibraba con cada ¡Miau! que pronunciaba, como queriendo participar en ese breve encuentro de un romance perdido.

Ella, no sabía si tomar ese té para tres o hablar para romper el silencio, se decidió por lo segundo y por primera vez en muchos años abrió su corazón para hablar sinceramente:

Sé que ambos cometimos errores. Que el orgullo fue el peor consejero para mí, que no estaba preparada para admitir que fuiste bueno conmigo, que con tu ayuda levanté un hogar en medio del torbellino de inestabilidad en que se convirtió el país para ese entonces. Acepto que debimos seguir adelante, y como un tatuador encima de una cicatriz, sacar lo mejor de nosotros para dibujar un mejor destino sobre los restos del pasado. Trataste de ayudar, te convertiste en la piedra que soportó obstáculos, se mantuvo indómita para intentar seguir adelante pero al final no lo vi.

Preferí tener un momento efímero de dulzura, a tratar de sincerarme y abrirme por primera vez con alguien que quiso dármelo todo pero que me pareció insuficiente. Hoy me doy cuenta que un trozo de miel no basta, que simplemente, entre dos es más fácil que luchar solo contra el mundo y que no hay nada mejor que casa, juntos”.

El maullido del gato rompió el monologo, las tazas estaban vacías y el hombre solo veía a su amante, inerte, mudo y con los ojos bien abiertos. Lamentablemente, ya todo se había dicho y ella se había dado cuenta muy tarde que él solo quería lo mejor para todos.   

20 septiembre, 2016

…The Falling Man…

“Siempre he querido ser como ¡The Falling Man!”

Esa mañana todo parecía estar tranquilo. Como todos los días el gato le estaba mordiendo el cabello, ensortijado como los rizos de esa niña de los cuentos infantiles. El sol comenzaba a meterse entre los pliegues de la cortina, indicando que un nuevo día había iniciado con el mismo ritmo, las mismas preocupaciones y el mismo estrés.

Miró hacia el cuarto vecino y vio la cama vacía. Seguramente su compañero, había decidido ir al baño a meditar, barrer la casa antes de salir o hacerle la comida al minino, aunque como ella misma decía, ese alimento progresivamente se estaba convirtiendo en algo que no parecía ser comestible.

Los maullidos del gato ya se estaban haciendo ensordecedores, y apenas iniciando la jornada le sonaban como el llanto desgarrador de un bebe. Se levantó, fue al cuarto donde se suponía que dormía su compañero y solo pudo abrir los ojos llena de espanto y, como le diría muchos años después a su familia, con un profundo alivio en el corazón.

Su compañero yacía lívido con una soga al cuello, perfectamente vestido para ir al trabajo y un papel entre sus manos que comenzaba así:

“Siempre he querido ser como The Falling Man, ese hombre que saltó al vacío desde las torres gemelas para evitar ser consumido por las llamas y morir de una forma dolorosa. Para mí, él es un valiente, dio un paso hacia adelante para sellar definitivamente su destino y terminar con algo que probablemente unos minutos después lo mataría.

The Falling Man se convirtió en una imagen inmortal, conocida por todo el mundo y en ícono de uno de los momentos más tristes del siglo XXI, pero por una contradicción bastante cómica del destino, nadie hasta ahora conoce la verdadera identidad de ese individuo.

Yo, como él, he decidido dar un paso hacia adelante y saltar al vacío para darle sentido a mi vida como un anónimo, un John Doe sin identidad. Estoy seguro, que cuando mi corazón deje de latir, cuando ya todo quede en total oscuridad, abriré los ojos sabiendo que volví a nacer y tuve una nueva oportunidad. Sé que aquel septiembre, The Falling Man murió pero minutos después volvió a este mundo como si nada hubiera pasado.

Espero que se me dé la oportunidad, que pueda volver a nacer y que cuando tú estés vieja y por casualidades del destino nos topemos frente a frente, pueda decirte: ¡Gracias!”

07 septiembre, 2016

...Pero, ¿en qué piensan las mujeres?...

Hace 9 años inicié este blog preguntándome algo que parece simple, pero es una de las cuestiones que muchos hombres nos llevaremos a la tumba sin haber encontrado una respuesta clara: ¿qué piensan las mujeres?

Hoy, luego de tanta poesía, reflexiones de amor, relatos eróticos, cuentos infantiles, desahogos y numerosas letras, afirmo que la mente de una mujer es tan profunda como el laberinto del minotauro.

No tengo duda que una mujer es la representación fiel de la vida, del universo y de la creación. En esos cuerpos llenos de curvas también se esconden tentaciones, malicia, premeditación y orgullo.

La mujer es como el yin y el yan, una parte oculta y otra que se mantiene pública ante los demás. La mujer es el elemento de equilibrio para darle paz a los hombres pero también turbulencia.

Sumado a esto en pleno siglo XXI existen muchos debates sobre independencia, feminismo, igualdad, guerra de los sexos y una razón bastante simple: la mujer tiene los mismos derechos que el hombre.

Tengo dos puntos de vista al respecto. Sí es verdad que ellas merecen las mismas oportunidades, que incluso tienen una parte del cerebro tan desarrollada que se les hace fácil cualquier tarea a partir de ese sorprendente y misterioso sexto sentido, son capaces con palabras y sus manos de crear cosas que ningún hombre podría hacer, en fin, son una creación perfecta.

Sin embargo, también hay un detalle que no debemos olvidar bajo ningún concepto: todos al final somos y seremos animales. El instinto es algo tan primigenio como el big bang, el instinto mueve montañas y mueve las acciones.

Cuando se trata de parejas, de relaciones carnales o simplemente del simple acto de conocerse entre un hombre y una mujer actúa el instinto. Gracias a él las mujeres se perfuman, muestran sus curvas y se ponen coquetas cuando sienten que otra hembra entra en la competencia por su macho.

El instinto nunca debe ser olvidado. Por instinto un hombre es capaz de todo, de defender a la manada, de proteger a su hembra y de demostrar sus fortalezas más ocultas.

¿Qué piensan las mujeres? No creo saberlo, lo que sí sé es que aunque ellas lo nieguen son tan instintivas como animal pero tan cálidas y protectoras como una madre solo cuando ellas quieren, cuando lo desean y si eso les genera algún resultado provechoso.