20 septiembre, 2017

Crash


Aceleraba cada vez más. Parecía que el carro estuviera a punto de volar o entrar a un futuro / pasado cercano como el DeLorean del Doctor Brown.


Quería adrenalina, quería peligro. Por eso no podía quitar el pie del acelerador. El motor sonaba pidiendo más y el volante estaba tenso, si intentara moverlo apenas unos milímetros todo podía salirse de control.

Y eso fue lo que hice. A esa velocidad viré la dirección completamente a la derecha y sentí el riesgo de lo inesperado. Los cauchos chillaron y el golpe me sacó de mi fantasía. Había reventado la defensa del puente y ahora estaba cayendo al abismo.

Unos pocos segundos después sentí el golpe. Como si me halaran todo el cuerpo hacia arriba. Los vidrios del parabrisas me atravesaron la cara, no podría abrir mis ojos y mi boca sabía a óxido.

Mi cuerpo sufrió más. El choque contra el piso llevó el motor del carro a la altura de mi estómago, los huesos de mis manos se aplastaron contra el volante. A pesar que estaba en shock por las cortadas, puede sentir como mis piernas, mis costillas y brazos se partían como si fueran de cerámica. Cada hueso de mi cuerpo sonó igual que cuando muerdes una galleta.

Me desmayé. Minutos más tarde vino la explosión. El tanque de gasolina del carro estalló y pude sentir ese olor a carne quemada, literalmente me estaba asando. Mi cabello desapareció, mi piel se hinchó con llagas y la grasa de mi barriga comenzaba a evaporarse en un aroma fétido. Nuevamente perdí la conciencia.

Un día después sacaron mi cuerpo del fondo del abismo. Lo pude ver como una masa achicharrada de huesos y carne en descomposición. Mi alma al fin era libre.