23 febrero, 2018

Tripolar


Tú has causado que me convierta en un tripolar empedernido. Hay días en los que te levantas por el lado contrario de la cama, primero te diviertes conmigo, me "consientes" a tu estilo, te portas bien y eres simpática.

Unas horas más tarde intento seguir ese camino y, sin ton ni son, me encuentro con una respuesta completamente atípica, seca y plana. Decido no hablarte más, pero luego, por razones del destino sucede algo que nos vuelve a unir.

Tu tío en diciembre. Mi tío en febrero. Piénsalo y verás que la mayoría de los momentos son así. Trato de ser trivial, mudo, me invento excusas, pero igual me mantengo a la expectativa. Al otro día, como un puñetazo directo a la cara, me envías una foto.

Por esa bendita imagen me doy cuenta que estoy jodido, tal vez sea una ilusión, pero que bonita es. La manera como se mueve tu mano, el sol sobre tu piel, los lunares de tu cara (se parecen a los de Rachel), el filo de tu mandíbula, tu sonrisa, tu cabello negro, toda la escena es tan pacífica como sentarse sobre una roca al borde de un acantilado.

Te detallo, soy feliz por un rato, pero no quedo satisfecho. Tal vez mañana, todo sea distinto.