02 julio, 2018

Hasta tres


Siempre quise tener un arma entre mis manos, pero no había sido el momento adecuado para ello.

Ahora sí. Estaba frente al espejo y el cañón presionaba fuertemente sobre mi sién, aunque resultara increíble, ese pequeño dolor anulaba la pequeña molestia cerebral que tenía.

Sabía que no debía hacerlo, que tal vez podría tener esperanzas pero el revolver todavía estaba cerca de mi cabeza.

Calmadamente conté hasta tres. Uno...Dos...Tres. El dolor desapareció.