14 septiembre, 2018

En el callejón


Las calles estaban desoladas. Las farolas apagadas custodiaban toda la lengua de asfalto en cada uno de sus extremos.


Yo solo caminaba, intentando respirar abrigándome del frío nocturno, sintiendo pequeños cuchillazos que atravesaban mi ropa cuando el viento soplaba.

A unos metros de mí ella también caminaba sigilosa, sin notar mi presencia. Dobló en una esquina, en otra y luego hacia un callejón. Seguí la misma ruta, mi cuerpo se tensaba a medida que la tenía más cerca.

Escuché el sonido cuando sacó su llavero para abrir el portal. No pude contenerme y salté sobre ella. La atrapé justo antes de que pudiera entrar a la estancia del edificio. La levanté como si fuera una pluma, procurando acallarla con mis manos y me dirigí hacia lo más profundo del callejón.

Allí la pude observar detenidamente. Su piel era blanca como la luna, al menos unos ocho tatuajes adornaban su cuerpo y sus ojos eran feroces, retadores.

Saqué el cuchillo y pude observar el terror en su mirada. Lo que hice a continuación la dejó fuera de si. Tomé en el arma y la puse en sus manos: -Mátame-, le dije mientras empujaba su mano hacia mi pecho.

Sentí la hoja de acero abrir mis entrañas, la sangre caliente comenzaba a manar mientras la chica gritaba. Perdí el conocimiento y vi como mi asesina comenzaba a correr, gritando y buscando ayuda.