17 diciembre, 2018

Volando

Siempre quise volar. Abrí la ventana y salté. Mis brazos se convirtieron en alas, mi vista en la de un águila y mi cuerpo comenzaba a planear.
Podía ver a la gente con un detalle perfecto, a pesar de estar a casi un kilómetro de altura. Era refrescante sentir el viento entre mis alas. Llegué a la montaña, me posé en la copa de los árboles y esperé.

Era gratificante poder recorrer los cielos. Ahora era parte de la naturaleza.