23 enero, 2020

Preguntas


Cómo se puede extrañar algo que nunca existió. A veces en ese momento de éxtasis, de mayor felicidad, quisiera que esa persona que me dió felicidad y me la quitó en un parpadeo, volviera a estar a mi lado y me dijera: sí, me faltó compartir contigo.

Cómo se puede extrañar su risa, sus rabietas, su voz atronadora, sus molestias, sus miradas complices al compartir conversaciones por WhatsApp, incluso esos gemidos y orgasmos que fueron tan fugaces como la relación misma.

Cómo se puede extrañar una fantasía, esos momentos que fueron escasos pero que en mi mente se formaron para reemplazar a la realidad junto a ella. Son recuerdos tan hermosos porque todos los hice yo, los diseñé como el creador de una película que arrasaría en todos los premios.

Cómo se puede extrañar a alguien que ya no está, que dudosamente existió y que nunca fue de verdad, una invención que trató de hacerse real hasta que llegó el colapso destruyendo todo a su paso.

Cómo se puede extrañar un espejismo, algo que cada día al despertar intento volver a construir como un rompecabezas y al irme a dormir, lo destruyo y lo guardo en mi cajón de recuerdos.

Cómo te puedo extrañar, esa es la gran pregunta que me sigo haciendo y que nunca tendrá respuesta. Cómo te puedo extrañar.

13 enero, 2020

Sin escape


Me acosté a su lado. Era hermosa, curvas perfectas y un olor que me volvía loco. Comencé a tocarla, a besarla e incluso a jugar con mis dedos en algunos lugares prohibidos.

Ella se dejaba hacer, cerraba los ojos en señal de placer, mordía sus labios y descubría sus senos para que los besara. Unos minutos después, todo cambió.

Su cuerpo me atraía hacia adentro. Mis manos estaban siendo succionadas, su lengua ahora era una navaja que cortaba toda mi boca y estaba perdiendo cada uno de los sentidos a medida que ella me tocaba.

Sus dedos eran sables y su intimidad era mi perdición. Poco a poco fui atraído por su intimidad, no quedaba nada de mí y sentía que no había escape.

Había caído en una trampa como si fuera arena movediza, al final desaparecí dentro de su cuerpo.

Ella era dueña de mí y ahora no tenía libertad, un minuto de placer se había convertido en una experiencia de dolor, mi cuerpo era suyo y le pertenecería para siempre.

07 enero, 2020

La desconocida



Llevaba muchos meses pensando en tomar la decisión. Ya nada valía la pena.

La satisfacción se había escapado de mi vida como el agua que se desliza entre los dedos. El mundo me quedaba demasiado grande y probablemente, si me desaparecía para siempre, nadie me extrañaría demasiado.

Una tarde decidí que era el momento correcto. Caminé por última vez por las calles que me vieron nacer, observé esos lugares donde alguna vez fui feliz e incluso me atreví a saludar a la chica de la tienda, ella no lo sabía pero muchas noches se había colado en mi imaginación y si hubiera sido un poco más valiente, la habría invitado a un café y mi vida fuera otra cosa.

Me despedí y a unos metros de allí me paré en el borde del puente más llamativo de la ciudad. Desde allí los automóviles se veían como hormigas, la gente caminaba a un ritmo demencial y en el horizonte, se reflejaba un río precioso.

Como era de esperarse nadie se fijó en que yo estaba allí, meditando antes de saltar al vacío para terminar con todo. Extendí los brazos como si fuera a volar, estaba extasiado observando el horizonte, sabiendo que eso sería lo último que vería en mi vida.

Di un paso adelante y todo sucedió muy rápido. Unos brazos me tomaron por el pecho, halándome hacia atrás y haciendome caer nuevamente en la acera.

Abrí los ojos y allí estaba una desconocida que al ver que me quería matar, estacionó cerca y corrió para ayudarme. Tenía unos ojos brillantes, probablemente por la adrenalina del momento y me abrazó, me dijo al oído algo que no entendí y comenzó a bailar suavemente conmigo.

-¡Todo va a estar bien!, no tiene que ser así -, ahora sí había entendido lo que me decía. Estuvimos así varios minutos hasta que se separó de mí, me miró nuevamente con unos grandes ojos y al ver que ya estaba calmado, dio la vuelta y volvió a su automóvil para desaparecer en el tráfico.

Solo hice un gesto con la mano, agradeciendo y pensando si aquella desconocida habría sido un sueño. Miré de nuevo el puente, la calle y caminé de regreso sobre mis pasos.

Pasé por la entrada de la tienda donde estaba la chica que antes había saludado y lo pensé bien, tal vez era el momento para cambiar todo. Crucé la puerta, ella me sonrió y desde ese momento, todo fue completamente diferente.

Este relato lo hice inspirado en este comentario sobre este video