28 febrero, 2020

Museo infinito


Sí, lo admito, soy un coleccionista de recuerdos de toda clase. Mi mente es como un cementerio infinito donde guardo cosas que no tienen ninguna utilidad, pero que para mí revisten de tal importancia que sin ellas, perdería completamente mi identidad.

Poblar mi mente es más tolerable que mantenerla vacía ¿Qué sería de mí sin esos tesoros escondidos? Cómo podría seguir adelante si borrara mi pasado, porque es verdad, sin pasado no hay futuro.

En esos archivos mentales están mi primer amor, mi primera mascota, esas fotos pervertidas que una vez alguien me envió, el sonido de la canción que me hizo enamorarme de la guitarra, algunas imágenes de mi papá aunque ya solo lo recuerdo estando en sillas de ruedas, flashes de cuando era chico y jugaba a treparme en los árboles.

Pienso que todos somos un cúmulo de recuerdos, acumulando experiencias para luego guardarlas en lugares que más tarde no podemos recordar, pero que si en algún momento salen a flote, pueden hacernos reír, llorar, sentir más vivos o incluso nos generan tantas sensaciones que es como si las estuviéramos viviendo de nuevo.

La vida en todo su esplendor se trata de un museo, un museo infinito donde guardamos lo mejor, lo peor y lo simple de nuestras vivencias para recorrerlas cada día, observando, aprendiendo y sí, para al final, poder subsistir con base a lo que nos mueve y nos mantiene llenos, completos y ausentes del vacío.


27 febrero, 2020

El Creador


Fue un frenesí sexual de principio a fin. En medio del intercambio de fluidos, ella tomó el control. Sus manos se convirtieron en dadoras de placer. No sé cómo hizo pero sus dedos entraron en todos mis orificios: mi boca, mis ojos, mis orejas, mi ombligo, mis fosas nasales, el meato uretral (sí, la boca del pene) y claro, en el cu...erpo entero.

Mi piel reaccionaba, estaba siendo penetrado de una manera sin igual, comencé a ver ángeles flotando sobre mí, danzando al ritmo de sinfonías de Beethoven, Bach, Tchaikovsky, Vivaldi, era el concierto clásico de mi vida y la música sonaba sin parar.

A medida que el placer aumentaba, que los dedos se movían, los ángeles comenzaron también a masturbarse, a tocarse entre ellos, un bacanal digno de una obra de Dios. Los veía bailando, besándose, sus penes erguidos, gemían cada vez que mi chica movía sus dedos, estaban conectados conmigo.

Al unísono, una explosión de placer nos invadió a todos. Estallé en mis fluidos, los querubines me bañaron con sus líquidos sabor a cielo y ella, ella no paraba de moverse sobre mí hasta que entró por completo en mi cuerpo.

En ese momento todo desapareció, fue un Big Bang que lo borró todo pero también dio inicio a algo nuevo, una orgía sexual que me conectó con mi cuerpo, el mundo a mi alrededor e incluso, con el Creador.

19 febrero, 2020

Felicidad es tristeza


Siempre recuerdo a una psicólogo que resalta entre todo ese grupo de loqueros que visité cuando era niño y adolescente, ella me dijo algo que trato de darle a entender a toda la gente que a veces me busca para que la escuche pero que yo casi nunca aplico.

"Debemos tratar de vivir nuestra vida como si fuera una montaña rusa, en el tope la felicidad y en lo más profundo la tristeza; pero que sea así, con altos y bajos". Cuánta razón tiene, cada día está lleno de momentos felices pero también de situaciones que te causan una infinita tristeza.

Así soy yo, y tal vez por eso, no entiendo qué pasa por la cabeza de esas personas que predican que el mundo es feliz, hermoso, perfecto y lleno de energía los 365 días del año, ¿acaso no tienen problemas? ¿los obvian? ¿Qué les ocurre cuándo caen en un conflicto o depresión?

Creo que la felicidad y la tristeza son lo mismo. Me explico, cuando vives un momento de euforia, de alegría total y luego pasa, inmediatamente después viene la melancolía, el deseo de volver el tiempo atrás, de tener un DeLorean para viajar al pasado o quizás al futuro y así experimentar nuevamente algo parecido.

La tristeza se viste de felicidad, para luego quitarse su atuendo y dejarte sumido en recuerdos, en añoranzas y una nostalgia que a veces es tan profunda que te deja ahogado en un hueco.

¿Es posible ser feliz y alegrarse por el pasado vivido? No lo creo, somos unos inconformes y siempre vamos a necesitar vivir nuevamente momentos que nos marcaron para siempre. Si no, ¿para que Dios nos dio el don de la memoria?

15 febrero, 2020

Contrastes


Todo ser humano tiene una esencia, una energía que fluye por sus venas dándole vida y moviendo su cuerpo como si fuera una máquina natural.

10 febrero, 2020

La vida es simple


Deberían enseñarnos desde muy niños que no todo es dinero, ni cosas materiales, ni afectos, ni belleza o doctrinas tan caducas creadas para lavarnos el cerebro.

La vida es mucho más simple que eso. Se trata de atesorar momentos, de experimentar esas sensaciones que te aceleran el corazón a tal punto que presientes que te dará un infarto, de sonreír, de sentir que algo te llena de verdad.

Una canción, una comida sencilla, tus zapatos favoritos, la compañía de la chica que te gusta o en caso de que esté lejos, su voz, a veces todo eso es más valioso que un gran premio, mucho dinero, lujos o eso tan superfluo que mueve a la sociedad. 

Otro detalle que deberían enseñarnos al crecer es esa frase que escribió Jhon McCandless en su última morada, "la felicidad solo es verdadera cuando es compartida". 

Y es que definitivamente tenemos que aprovechar cada instante para decirle a esa persona que nos mueve lo mucho que nos gusta, bien sea para amarla, para darle sexo o lo que sea, en fin, son sensaciones que nos merecemos todos antes de morir.

La vida es simple mientras más sonrías a partir de situaciones sencillas.  

*La foto del post me inspiró a escribir esto. Joaquin Phoenix recibió el Oscar a Mejor Actor por el "Joker" y luego dejó a un lado la estatuilla para comer una hamburguesa y compartirla con la persona que más ama, que por cierto, tiene el atuendo más sencillo pensado para una mujer*

09 febrero, 2020

Yin yang (Qué piensan las mujeres)


Comencé este blog en 2007 preguntándome qué piensan las mujeres, definiéndolas como unos seres enigmáticos, sorprendentes, calculadores pero sobre todo, extremadamente perfectos y hermosos.

Ahora casi 13 años después de escribir esas líneas ratifico lo que dije pero también debo agregarle un detalle, una confesión que me cuesta hacer pero que debo dejar de ocultar: mientras más deshinbidas, atrevidas, pervertidas, sexuales, incluso con cierto toque de re(puta)ción y vagabundería, más me gustan.

Ese tipo de chicas son increíbles porque emanan una atracción que es digna de estudio. Tan seguras de si mismas, de sus cuerpos, de su sex appeal, de lo que pueden causar a la vista de un hombre que no dudan en atreverse a explorar, curiosear, buscar lo que no se les ha perdido y dejarse llevar por lo que sus genitales a veces desean.

Son como diosas que caminan entre los mortales, flotando con un aire de normalidad que a veces asusta. Porque eso es lo peor de todo, que saben ocultar sus dotes de una manera tan genial que con ellas también puedes hablar por horas sin aburrirte, son tan sencillas como una persona común y corriente.

Hacen deporte, trabajan incansablemente, se preocupan por su familia, por sus amigos, pero cuando llegas a conocerlas más profundamente y descubres su lado perverso tienes el cielo ganado porque son el ying y el yang de las emociones: calor (diablitas) y tibiesa (angelicales).

No estoy seguro de lo que quieren pero podría decir que estas chicas, las que acabo de describir, solo desean sentirse amadas, deseadas y sobre todo valoradas por lo que son: unas mujeres hechas y derechas que no necesitan de nadie para conocerse y apreciarse.