24 junio, 2020

La montaña


Escalé al tope de la montaña. Por primera vez la había visto vestida de novia, con un velo blanco reluciente reflejando rayos del sol como si fuera un espejo.

Siempre me habían seducido sus laderas, escarpadas, indómitas y con caminos salvajes, no sé, pero las comparaba con la vida.

Primero intentando subir, luego encontrando la ruta más cómoda y más tarde, al dar un paso en falso, perder lo avanzado y tener que retomar lo andado.

Sin embargo todo eso quedó atrás cuando desde la cumbre observé la ciudad en todo su esplendor, dormida, quieta y mínima, en calma.

Tomé fotografías, observé y me senté a descansar. Y allí pensé ¿valió la pena llegar a lo más alto?