02 agosto, 2020

La sombra (I)


La ciudad se mantiene oscura, desierta, pocos faroles iluminados. Se nota en las calles la falta de movimiento, solo hay una corriente tensa entre peligro, riesgo y soledad, la receta perfecta para los que buscan emociones fuertes, inolvidables e incluso dolorosas.

No sé por qué pero quise salir a caminarla, necesito este momento en el que el silencio es la chispa adecuada para hacerme pensar más rápido. Mis pasos suenan como un tren, ese ruido característico de golpes incesantes en las vías.

En un momento el sonido de otros pasos se une a mi repiqueteo, volteo y no hay nadie. Eso también ocurre a menudo en los momentos solitarios, comenzamos a colocar cosas donde no las hay. Materializamos deseos y evocamos recuerdos como si fueran de carne y hueso.

El sonido me sigue acompañando pero ya no le presto atención, los fantasmas siempre han existido. Al pasar debajo de un farol noto que mi sombra va acompañada por otra. Sí, la ciudad me está jugando una broma pesada.

Indeciso deciso regresar a casa, no quiero que esa sombra termine siendo una realidad. Doblo en la esquina y ya mis pasos avanzan sin compañía, me siento tranquilo. A unos pocos metros del portal de mi edificio veo una figura femenina.

Dudo, es muy raro que a esa hora una chica se haya atrevido a salir a caminar. A medida que me acerco noto que tiene la misma figura que la sombra que me acompañaba. Lleno de temor apuro mi caminar, quiero volver sobre mis pasos pero sería peor.

Al llegar al portal, confirmo que es ella. Me saluda, me mira desafiante y con una voz deconocida me pregunta si no la quiero invitar a pasar...