“Siempre he querido
ser como ¡The Falling Man!”
Esa mañana todo parecía estar tranquilo. Como todos los días
el gato le estaba mordiendo el cabello, ensortijado como los rizos de esa niña
de los cuentos infantiles. El sol comenzaba a meterse entre los pliegues de la
cortina, indicando que un nuevo día había iniciado con el mismo ritmo, las
mismas preocupaciones y el mismo estrés.
Miró hacia el cuarto vecino y vio la cama vacía. Seguramente
su compañero, había decidido ir al baño a meditar, barrer la casa antes de
salir o hacerle la comida al minino, aunque como ella misma decía, ese alimento
progresivamente se estaba convirtiendo en algo que no parecía ser comestible.
Los maullidos del gato ya se estaban haciendo ensordecedores,
y apenas iniciando la jornada le sonaban como el llanto desgarrador de un bebe.
Se levantó, fue al cuarto donde se suponía que dormía su compañero y solo pudo
abrir los ojos llena de espanto y, como le diría muchos años después a su
familia, con un profundo alivio en el corazón.
Su compañero yacía lívido con una soga al cuello,
perfectamente vestido para ir al trabajo y un papel entre sus manos que
comenzaba así:
“Siempre he querido
ser como The Falling Man, ese hombre que saltó al vacío desde las torres
gemelas para evitar ser consumido por las llamas y morir de una forma dolorosa.
Para mí, él es un valiente, dio un paso hacia adelante para sellar
definitivamente su destino y terminar con algo que probablemente unos minutos
después lo mataría.
The Falling Man se
convirtió en una imagen inmortal, conocida por todo el mundo y en ícono de uno
de los momentos más tristes del siglo XXI, pero por una contradicción bastante
cómica del destino, nadie hasta ahora conoce la verdadera identidad de ese
individuo.
Yo, como él, he
decidido dar un paso hacia adelante y saltar al vacío para darle sentido a mi
vida como un anónimo, un John Doe sin identidad. Estoy seguro, que cuando mi
corazón deje de latir, cuando ya todo quede en total oscuridad, abriré los ojos
sabiendo que volví a nacer y tuve una nueva oportunidad. Sé que aquel
septiembre, The Falling Man murió pero minutos después volvió a este mundo como
si nada hubiera pasado.
Espero que se me dé la
oportunidad, que pueda volver a nacer y que cuando tú estés vieja y por
casualidades del destino nos topemos frente a frente, pueda decirte: ¡Gracias!”