28 septiembre, 2017

The Handmaid´s Tale: nuestra realidad reflejada en un futuro distópico


Cada día vivimos en una realidad tergiversada por los fanatismos. Gobernantes que usan la misoginia, la religión, la fuerza de las armas y el control mediático para crear una burbuja tan poderosa, que moldea y cambia para siempre a una sociedad y sus futuras generaciones.
Ese es el modelo que tomó la autora canadiense Margaret Atwood para recrear en la década de los 80´s una sociedad distópica en su novela "The Handsmaid´s Tale", que ahora ha sido llevada a la TV por la productora Hulu resultando en una avalancha de premios y aplausos por la critica especializada.

Aunque tal vez la serie, con una primera temporada de 10 capítulos y con una segunda por estrenarse, ha sido desarrollada por puro entretenimiento también podría tomarse como una advertencia ante lo que se está gestando  en distintas naciones del mundo, donde las franjas, las estrellas y sueños americanos corren peligro ante el resurgimiento de supremacías que hasta ahora se creían extintas.

En "The Handmaid´s Tale" conocemos de cerca a Offred (Elisabeth Moss) , la criada de una poderosa familia de Gilead, una nación controlada por fanáticos religiosos que al ver mermada la moral de la sociedad decide tomar las riendas bajo un modelo biblico-religioso.

Otro problema a los que se enfrenta esta sociedad distópica es la poca capacidad de las mujeres para concebir (probablemente por un castigo divino), por lo que las criadas como Offred, fértiles y en plenas condiciones para dar a luz, son violadas en los días de mayor ovulación para darle un hijo a la familia en la que trabajan.

Temas como violaciones, ejecuciones sumariales, el odio de género, el veto a la homosexualidad y otros "crímenes de odio" son el hilo conductor de una temporada inicial que visualmente resulta hermosa, con planos al trasluz que deslumbran al espectador y con primeros planos de los ojos de la protagonista que dicen todo sin necesidad de entrar en detalles.

Esta serie, como lo dije antes, es una advertencia de lo que podemos llegar a ser o tal vez, de lo que ya somos pero que no queremos admitir por miedo a convertirnos en nuestros propios verdugos.