21 noviembre, 2017

¡Boom!

Estaba en ese umbral entre dormido y despierto. Escuchaba a mi novia respirar a mi lado, a Califernando maullar por el frío y sentía el ritmo de mi corazón.

No sé qué pasó pero comencé a sentir que mi cuerpo se separaba en mil pedazos. Me había convertido en un virus, pequeñas hormigas que comenzaron a caminar por todos lados. Mi novia y Califernando fueron los primeros afectados. Rápidamente se convirtieron en mis dobles. 

La sábana, la cama, las paredes del apartamento. Todo formaba parte de mi. Era un cáncer. Ahora yo estaba en todos lados convertido en una millonesima parte de lo que era antes. 

Consumí todo. Rápidamente me expandí en el ambiente y me convertí en un gigante. Estaba creciendo, era imparable. Sentía como iba apoderándome de todo.

Crecía, crecía y llegué a un punto en que quería gritar. Era un gigante enfadado. Gritaba, gritaba y nadie escuchaba. Sentía ira. Ira contenida. Gritaba, gritaba, gri... ¡Boom! Hice explosión y hubo un silencio eterno, pacífico.