28 diciembre, 2017

Solo eso

Después de mucho, muchísimo tiempo, se vieron nuevamente. Todo fue extraño para él, que estuvo fantaseando con ese momento durante más de cinco años. Para ella, no sabemos porque nunca lo expresó, pero probablemente fue tan normal como una salida con un viejo conocido.
La llevó a hacer lo que tenía que hacer. La esperó, trató de ser lo más amable y encantador posible y luego la invitó a su casa. Todo parecía indicar que el tiempo se había detenido y eran como antes, cuando novios pero con unas cuantas arrugas encima e incluso tonos de voz diferentes.

Él se dedicó a trabajar, tratando de esconder su ansiedad de tenerla cerca y poder verla después de tanto tiempo. Estaba a menos de un metro de distancia y solo quería dedicarse a detallarla. Por su parte, ella solo estaba enfocada en leer y adentrarse en mundos imaginarios, tal vez, para no perturbar la tranquilidad de su acompañante.

Salieron a comer. Todo era tan tranquilo, tan distinto, tan pacífico. Conversaciones triviales, él la miraba, ella lo atravesaba con una mirada tan sencilla que carecía de algún tipo de sentimiento.

Volvieron a la casa y él la observó dormir. Se sentó a escribir sobre ellos y quiso abrazarla, despertarla para al menos compartir momentos pero no podía ser tan egoísta, ella necesitaba descansar para emprender su viaje de regreso ese mismo día.

Al final cuando se despidieron, le quiso proponer algo como en aquella película entre Anne Hathaway y Jim Sturgess ¿por qué no dedicaban un día al año de sus vidas para encontrarse y parecer que nada había pasado?

Pero no, decidió olvidar esa propuesta porque ella se alejaría al conocer las locuras que a él se le ocurrían y todo debía quedar atrás, en el pasado y como un momento que fue feliz y pasó, solo eso.