24 abril, 2018

Noche eterna


La ciudad permanecía en una noche eterna. 

No sucedía por designios de la naturaleza, sino simplemente porque desde hace muchos años atrás nadie se preocupaba por encender los faroles que iluminaban las casas, las avenidas, los lugares públicos, todo estaba a oscuras. 

Los automóviles ya no circulaban por la vía pública, así que sus faroles, como par de ojos que veían todo a través de los transeuntes también permanecían cerrados.

Todos se dejaban seducir por la oscuridad, una ventana abierta a los deseos más maliciosos.