06 junio, 2018

Destino escrito


Si todo hubiera sido distinto tal vez no tendrías que andar de taxi en taxi, de aeropuerto en aeropuerto salvo en esos momentos en que sintieras soledad y yo te acompañara a visitar a tu familia.

A esa casa donde leíamos libros llevando brisa en el pasillo, donde le dabamos de comer a los peludos callejeros y en la que, por primera vez, comí varios platillos de tu región.

Si todo hubiera sido distinto tal vez en este instante no estarías esperando un avión, sino acostada en el mueble viendo cómo trabajo mientras iniciabas una guerra a muerte con el sueño, manoteando a los zancudos y jugando con tu cabello.

Yo al final caería enamorado por la imagen y me dedicaría a verte dormir, a sonreír a imaginar tantas cosas que no me alcanzarían las letras para describirlas.

Si todo hubiera sido distinto tal vez estaríamos igual que hoy, tú por tu lado, yo por el mío. Peleando cada vez que podemos, tratando de no hablar para no caer en la monotonía e intentado aparentar ser tan desconocidos como se pueda.

Es que a ciencia cierta tu voluntad, tus grandes deseos de llevarme la contraria y tus infinitas ganas de evitar darme la razón son más fuertes que cualquier destino escrito, por eso si todo hubiera sido distinto nada habría terminado bien.