17 junio, 2018

Lluvia blanca


¿Se acuerdan del T-100? el exterminador asesino de "Terminator 2", bueno así estaba yo. Desecho en millones de pedazos flotando en el aire. No conseguía estar unido, quería formar algo pero no podía.

Millones de burbujas con mis neuronas, otras dos con mis brazos, veinte contenían los dedos de mis pies y las manos, en fin, era un rompecabezas humano vagando sin ritmo ni intención.

No entiendo cómo ni por qué sucedió. Pero un día, sin motivo, dos de esas burbujas comenzaron a tener sexo. Fue una unión salvaje. 

A pesar de no tener género ni órganos reproductores, se estaban pegando, se acariciaban, gemían, se rozaban hasta alcanzar el Nirvana, una sensación tan poderosa que hizo que se fundieran en una burbuja más grande. 

Tan placentero fue el resultado, que las otras burbujas comenzaron también un baile erótico. Pero no eran solo parejas, sino tríos, cuarteros, orgías enteras que llevaban un ritmo frenético liberando energía y creando partes de mí más grandes. 

Tras un proceso de creación sexual ya mis dos mitades estaban formadas. Mi tronco con mis manos, vientre, cabeza, cabello, cara, ojos, ombligo y en otro lugar, mis piernas, genitales, pies, muslos, etc.

Asumí que para terminar de ser uno solo tenía que amarme a mí mismo. La parte donde estaba mi boca, comenzó a hacerme una autofelación, hasta excitarme por completo. 

Ya sentía cierta energía. Luego mis dos manos comenzaron a masturbarme, frenéticamente hasta que una lluvia blanca, como pega, salió de mi cuerpo. 

Ese líquido viscoso fue el que terminó de unirme, de fijarme en un solo individuo. El sexo, el placer, había sido la causa de mi creación y luego de allí, decidí que desde ese día tendría que alcanzar el climax para poder sobrevivir y mantener mi cuerpo en una solo entidad.