20 agosto, 2018

Un nuevo mundo


Lo había perdido todo. Comencé a sumergirme en ese océano infinito con la intención de perderme bajo el agua, apagar cada uno de mis sentidos hasta que la escasa humanidad que invadía mi cuerpo se muriera por completo.


La sensación era intimidante. Oscuridad, frío, cero gravedad y sonidos desconocidos llegaban con perfecta claridad. Mantenía la respiración queriendo ahogarme, pero algo no me lo permitía.

De repente, frente a mí, pude ver una mujer hermosa que me miraba fijamente. Nadaba como si estuviera bailando, me hacía señas para que me acercara y lo hice. Tomé su mano y rápidamente me llevó hacia lo más profundo.

Atravesamos un hoyo negro y de repente, el mar era el cielo y nosotros comenzábamos a caer hacia una tierra desconocida.

Solo estábamos ella y yo en ese nuevo mundo. Los peces volaban por encima de nuestras cabezas, el sol parecía distante y cada cierto tiempo las olas chocaban con la tierra.

Sentados en ese lugar desconocido, me lo confesó todo. Me había elegido para ser el creador de una nueva humanidad, de una nueva raza. Tal vez así todo tendría sentido.