26 mayo, 2019

Mi reflejo


El espejo frente a mi mostraba a alguien que no era yo. Sí era yo, pero no era. Me veía con maldad, con odio, acusándome por los errores cometidos.

Traté de hablar con él, pero mantenía su mirada de reproche. Cada vez que pronunciaba una palabra, se reía, reía de manera estridente.

No paraba de reír, podía ver sus dientes filosos, su garganta, el volumen de su risa hizo estallar el espejo.

Ya no era solo un reflejo, era de carne y hueso. Se abalanzó sobre mí, me mordía, me arañaba con sus uñas y me hizo pedazos.

Sentía como iba perdiendo la vida, canibalizado por mi reflejo. Al final morí, el espejo volvió a su sitio y mi cuerpo estaba aún allí.

Mi reflejo había destruido lo más importante, mi alma.

19 mayo, 2019

Magnetismo


Fue inevitable. Apenas me tocó, estallé. Pero no como cualquiera esperaría, derramando a mis futuros hijos sobre su cuerpo.

Sí, estallé. Pero en miles de pedazos de mi ser que quedaron esparcidos en el suelo. Ella estaba sorprendida, gritaba, pedía auxilio, pero lo que sucedió a continuación la dejó muda.

Aún había vida. Una mano comenzó a moverse. La otra también. Mi cabeza rodaba por el piso. Una pierna saltaba, mientras la otra se doblaba casi en U. 

Pero el magnetismo de su cuerpo pudo más. Cada parte de mi ser fueron hacia sus lugares prohibidos. Una mano a sus senos, la otra a sus nalgas y mi cabeza rodó hasta que la boca quedó sobre su vulva.

Era un baile de locura. Luego hubo un cambio perfectamente sincronizado. Mi pene saltaba, entrando y saliendo de su boca. Las manos pasaron a masturbarla y mi cabeza rebotaba entre sus senos.

Ella gemía. Se hacía el amor con mis órganos desmembrados. Uno, dos, tres orgasmos. La energía de su excitación hizo el milagro, mi cuerpo volvió a ser uno solo.

Desperté sudoroso, desnudo y desorientado. Ella solo sonreía, húmeda, inquieta y misteriosa.

15 mayo, 2019

Universos paralelos


En los últimos días he encontrado una nueva forma de meditación. Me dedico a ver cada luz de la ciudad en la noche. Dejo volar mi imaginación.

Miro el metro con sus pequeñas ventanas iluminadas entrando a la estación. Allí en un universo paralelo, estoy yo, con mi traje costoso, mi corbata medio desanudada, mi maletín de piel y mi teléfono en la mano diciéndole a mi esposa que voy en camino.

Me responde con un "te quiero" y un mensaje de los niños: el que tiene en su vientre y el gato, ese que nos ha acompañado por casi década y media. Luego me envía una foto lanzándome un beso; río con la luz de sus ojos.

Todo parece tan fácil.Tan perfecto. Pero vuelvo a mi realidad y estoy solo de nuevo en mi departamento. No dejo que la soledad me agobie. Un auto está entrando a la estación de servicio.

Soy yo nuevamente, pero un poco más adulto. Estoy dando una entrevista por teléfono, mi esposa está en el asiento del copiloto arrodillada viendo hacia atrás, le está haciendo caras a los niños que están cansados de la escuela.

Aunque sus risas interrumpen mi entrevista, no digo nada, ellos son mi felicidad. Tenemos dinero, una casa de dos pisos, una alberca con jardín para el perro y el gato, somos tan felices. Así debería ser la vida de todos.

La voz del entrevistador se va apagando, estoy otra vez en mi pequeño hogar observando la ciudad a oscuras. Enciendo un cigarrillo, paseo mis ojos por el edificio más cercano a mi ventana.

Una familia está cenando, se ven callados pero dedicados a su comida. En el piso de arriba, una pareja se está desvistiendo, bajan las cortinas, seguramente no quieren público. Sigo buscando y me detengo en un pequeño balcón.

Soy ese anciano que está acariciando a su gato, creo que él también me está viendo. Todas las demás luces de su casa están apagadas. Vivo solo. No hay más nadie en las habitaciones.

El anciano soy yo. Ese siempre será mi destino en todos los universos paralelos, observar la ciudad durante la noche imaginando mi juventud en el rostro de un muchacho asomado a la ventana.

13 mayo, 2019

¡Crack!


Era de esperarse. Salté por la ventana y todo fue tan rápido. 1. 2. 3. 4. 5 segundos. ¡Crack!

Mi cuerpo se quebró como un vaso de vidrio. Mi cráneo en pedazos. Tres fracturas en mi pierna. Dos en mis brazos. Mis costillas atravesaron mis pulmones como gelatina. Todos los huesos de mis brazos desaparecieron.

Pero hubo dolor y al instante paz. Mi alma fluía en la sangre que se derramaba por mis fracturas abiertas. Allí en ese líquido viscoso estaba yo. Como un río comencé a buscar un lugar por donde fluir. Una paramédico que socorría mi cuerpo muerto fue mi objetivo.

Entré por el espacio entre su piel y sus uñas. Recorrí sus venas, llegué a su corazón para ligarme con su sangre. La fecundación fue rápida. Me adueñé de su sistema inmunológico, luego del nervioso. No sé si ella sabía qué pasaba, pero pronto sus ojos fueron míos, sus manos también.

Lo había logrado. Tal como lo había planeado pude cambiar de cuerpo. La paramédico, ahora yo, se levantó diciendo que no había nada qué hacer. Me alejé del lugar, iba a disfrutar de una nueva vida, pero siendo mujer. 

10 mayo, 2019

El verdadero placer

Spencer Tunick en México

Sentía cada centímetro de su interior. Se movía al ritmo de sus gemidos. Yo solo la observaba, pensando en niños destrozados para evitar soltar mi semilla milagrosa. Pero era imposible, su danza era particularmente imposible de seguir tolerando.

Frente a mí esperaba la explosión. No pude evitarlo, lo que la mayoría de las veces iba a parar a la baldosa de la ducha, esta vez fue directo a sus senos. El cansancio de haber culminado me venció, me dormí.

Los gritos me despertaron. No entendía qué pasaba, solo sé que mi líquido creador de vida había reaccionado extrañamente, estaba derritiendo el cuerpo de mi amante. Podía ver como ya tenía huecos alrededor de sus pezones, su vientre, sus manos, era un canibalismo sexual.

Las gotas de mi semen iban creciendo en tamaño a medida que el cuerpo de ella desaparecía. Mis espermatozoides se alimentaban de su piel. No pasó ni media hora cuando mi mujer desapareció, entre gritos de ayuda, sangre, fluidos y mi mirada mezclada entre terror y fascinación ante ese acto de creación.

Miré y allí estaban, cada espermatozoide se había convertido en mi amante. Eran millones de ella. Todas con cara de perversión, de deseo, de ganas. Se abalanzaron sobre mi cuerpo. Comenzaba el verdadero placer.

07 mayo, 2019

El milagro


La ciudad se veía perfecta desde la cima. El sol ocultándose tras su silueta. Los edificios. La gente caminando por sus calles, luego comenzaron a correr. Un estruendo. Una inmensa piedra brillante estaba abriendo el cielo en dos. Un terremoto.

La montaña bajo mis pies comenzó a escupir fuego. Caí a lo más profundo. Sentí el olor a carne quemada. Mi piel se extinguía como papel. Mis pies, mis piernas, mi cintura, ya no había nada.

Sucedió el milagro. Un inmenso águila agarró mi cabeza con sus garras. Me había salvado. A medida que me elevaba, cayeron mis intestinos pero aún tenía la mitad de mi cuerpo. Todo a mi alrededor era un río de lava.

El águila me soltó. Sus pichones comenzaron a alimentarse. Me sacaron los ojos, comieron de mis entrañas cocidas por el fuego. Grité. Sentía como desgarraban lo que quedaba de mi. Ese había sido mi destino, alimentar a los más débiles. 

04 mayo, 2019

Viaje espacial


Desperté. Estaba volando. No había nada a mi alrededor. Abajo, la nada. Arriba, lo incierto.

Seguía volando. Primero era miedo. Luego desesperación. Finalmente paz. ¿Había muerto? No, estaba vivo. Subía. Subía. Tocaba el cielo. Llegué a las estrellas. Silencio.

Satélites. Basura espacial. ¿Me elevaba? ¿Estaba quieto? No lo sabía. Tocaron mi hombro. Un astronauta. Mi reflejo en su casco. El astronauta era yo. Había viajado. Volvía mi cuerpo.

Volví a la vida. Un viaje espacial. Que raro todo esto.