15 mayo, 2019

Universos paralelos


En los últimos días he encontrado una nueva forma de meditación. Me dedico a ver cada luz de la ciudad en la noche. Dejo volar mi imaginación.

Miro el metro con sus pequeñas ventanas iluminadas entrando a la estación. Allí en un universo paralelo, estoy yo, con mi traje costoso, mi corbata medio desanudada, mi maletín de piel y mi teléfono en la mano diciéndole a mi esposa que voy en camino.

Me responde con un "te quiero" y un mensaje de los niños: el que tiene en su vientre y el gato, ese que nos ha acompañado por casi década y media. Luego me envía una foto lanzándome un beso; río con la luz de sus ojos.

Todo parece tan fácil.Tan perfecto. Pero vuelvo a mi realidad y estoy solo de nuevo en mi departamento. No dejo que la soledad me agobie. Un auto está entrando a la estación de servicio.

Soy yo nuevamente, pero un poco más adulto. Estoy dando una entrevista por teléfono, mi esposa está en el asiento del copiloto arrodillada viendo hacia atrás, le está haciendo caras a los niños que están cansados de la escuela.

Aunque sus risas interrumpen mi entrevista, no digo nada, ellos son mi felicidad. Tenemos dinero, una casa de dos pisos, una alberca con jardín para el perro y el gato, somos tan felices. Así debería ser la vida de todos.

La voz del entrevistador se va apagando, estoy otra vez en mi pequeño hogar observando la ciudad a oscuras. Enciendo un cigarrillo, paseo mis ojos por el edificio más cercano a mi ventana.

Una familia está cenando, se ven callados pero dedicados a su comida. En el piso de arriba, una pareja se está desvistiendo, bajan las cortinas, seguramente no quieren público. Sigo buscando y me detengo en un pequeño balcón.

Soy ese anciano que está acariciando a su gato, creo que él también me está viendo. Todas las demás luces de su casa están apagadas. Vivo solo. No hay más nadie en las habitaciones.

El anciano soy yo. Ese siempre será mi destino en todos los universos paralelos, observar la ciudad durante la noche imaginando mi juventud en el rostro de un muchacho asomado a la ventana.