27 abril, 2012

...La mujer que siempre quise...

Al pensar en ella no pude reprimir el recuerdo de su cuerpo reflejado en el espejo. Así fue nuestra primera vez; en su cuarto. Ella vestía una túnica blanca, su cabello liso caía sobre sus hombros y su largo cuello me mostraba una feminidad desconocida. 

Al ver su silueta en el gran espejo que tenía en la pared, la tomé por la cintura y comencé a besarla. Primero suavemente, recorriendo su frente, sus orejas, sus labios, su nariz y sus ojos; de ese modo le brindaba unas caricias que rayaban en un cariño maternal. Luego la recosté en la cama y la seguí acariciando, esta vez en el vientre, el ombligo, el pecho y las piernas.

Ella mientras recibía cada una de las muestras de afecto se despojó de sus ropas, me mostró esa piel acaramelada que tenía y fue como una explosión de sensaciones. Observé cada uno de los detalles que cubrían su humanidad; uno de sus senos estaba coronado por un lunar, su barriga y costados un poco abultados, y sus piernas perfectamente modeladas por las sesiones de trote que hacía de vez en cuando. 

Ya para ese momento quería hacerla mía, pero tenía una sorpresa guardada para ella. Busqué debajo de su cama, donde sabía que guardaba algo que era un vicio para ella. Tomé el frasco de nutella y comencé a colocar el espeso chocolate por los puntos que más me gustaban de su piel. Sus pezones pasaron de ser color carne a ser color nutella, un camino dulce recorría desde su pecho hasta su ombligo y en la infinidad de su sexo se perdía. 

Mi lengua la probó, danzando, jugando con el sabor de su piel y la golosina. Sus senos erguidos recibieron las caricias y sus manos me tomaron por la espalda. Fuertemente sus caderas se movían y así decidió que debíamos estar juntos. Los dos fuimos uno; iniciamos un baile sensual que nos llevó a sentir cosas que nunca habíamos experimentado. 

Frente al espejo vi su cuerpo reflejado, una silueta de una mujer desconocida para ese momento pero que se convirtió en el modelo de la chica que quería para mi; una mujer que hoy duerme a mi lado.

23 abril, 2012

...Una conversación...

"Me debes una conversación", le dijo mientras la observaba frente al fregadero y se alejaba de su lectura. A pesar de estar haciendo labores, ella se veía hermosa con su cabello perfectamente peinado y un tocado de una rosa amarilla para sujetarlo. 

Mientras tanto él mantenía su mirada fija en esa mujer enigmática que casi nunca se atrevía a mirarlo directamente; siempre denotaba estar pendiente de otra cosa más interesante. A pesar de tener palabras pendientes, ambos se mantuvieron callados y hablaron, cuando pudieron, de tonterías. 

Le preguntó por su fin de semana, le alabó su cabello y sus galletas que horneó en casa y así, aprovechó los dos minutos casuales con ella. Sin embargo por otro lado, estuvo pensando en besarla y decirle que habían errores necesarios que cometer, que en algunas ocasiones era obligatorio decir cosas que no se correspondían con las acciones y un montón de excusas más que le parecieron inútiles.  

Pero todo fue al contrario, ella se despidió, cruzó la puerta y se marchó. "Me debes una conversa", pensó él mientras volvía su libro.

13 abril, 2012

...La vida te da sorpresas, sorpresas...

Como dijo el famoso Rubén Blades en su clásico "Pedro Navaja", la vida puede dar sorpresas; algunas inesperadas, desagradables, incomodas o las que te arrancan una sonrisa por ser placenteras y totalmente fuera de lugar. 

Podría calificar de "Sorpresa" descubrir en ella, detalles que me resultaban totalmente desconocidos. Puedo decir que tiene una hermosa voz, aunque solo la da a conocer cuando tiene la música a todo volumen para así "tapar" su miedo escénico. 

A pesar de ser como es, me resulta "sorpresivo" que en momentos tan sutiles como esos se deje llevar por una pena que la hace ver tan pequeña y frágil como una bebé, y sus ojos se entornen en dos puntos brillantes que no saben qué decir y su boca comience a hacer muecas que, luego de conocerla, pueden ser interpretadas como un marinero interpreta un mapa. 

La vida también me dio una sorpresa al permitirme observar algunas curvas de su cuerpo -no me refiero a sus senos, su trasero o sus piernas-, sino a un hombro pronunciado que resulta tan femenino como un vestido de novia; o su cuello al que provoca besar por toda la vida. Hay otros detalles que resultan distintos en ella; sus irrefrenables deseos de comer a toda hora golosinas (nutella), que hacen que su panza se abulte y se conviertan en un vientre pronunciado y suave para tocar.

Y por último tengo que dejar la sorpresa no menos importante. Uno de los detalles que más me interesó descubrir de ella fue la imaginación que tiene para escribir historias retorcidas, donde combina el amor, el erotismo y el miedo en una sola cosa. Debo decir que tiene buen gusto cultural, y eso lo demuestra al impresionarse por un museo o una buena foto. 

Puedo decir que sin duda, eres una sorpresa inesperada que puede llegar a cautivar, ya sea hablando en tu acento coloquial, en el capitalino o hasta en italiano. Razón tiene Rubén Blades; "la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida"...


11 abril, 2012

...Noche normal...

Esa noche, como tantas de mi pasado, desperté con ganas de volver a mi hogar, al lugar donde todo era perfecto y podía ser feliz sin pensar en las típicas banalidades de la vida de adulto. Sin embargo, la realidad era otra. 

Mi cuarto estaba abarrotado de botellas de cerveza vacías, varias cajetillas de cigarro desperdigadas por el piso, unos cuantos billetes enrrollados que usaba para aspirar cocaína y en la mesita de noche; me esperaba una liga y la jeringa para inyectarme algo más fuerte que matara mis neuronas. Esa era mi vida, el alcohol y las drogas me ayudaban a escapar de un mundo que me agobiaba; un loco con una camisa de fuerza que nunca se digna a parar y que solo puede ser frenado con calmantes. 

Busqué en mi "bolso de medicamentos" para ver que me inyectaría en ese momento. Deseché la marihuana porque no me causaba nada; también dejé a un lado la cocaína porque su acidez ya se había convertido en un dulce para mi; así que tomé un poco de heroína que un amigo me dio y comencé a prepararla. 

Tomé la jeringa, anudé con la ayuda de mi boca la liga alrededor de mi brazo; sentí como la aguja atravesó mi piel hasta que me causó un poco de dolor al penetrar una de mis venas. El efecto fue instantáneo, la droga corrió por mi cuerpo y pude sentir como mi cerebro se incendió.

En ese momento todo fue oscuro; mis brazos desaparecieron, mis piernas quedaron estáticas y mi cara se tornó insensible.  Mi cuerpo comenzó a temblar en espasmos cortos, luego me sentí desfallecer y allí me di cuenta que algo se me había ido de las manos; la dosis había sido muy fuerte. 

Poco a poco fui muriendo, pero aún tenía conciencia; nada había sido accidental porque desde el primer momento en que introduje la heroína en mi organismo sabía que debía morir, morir para volver a nacer.