28 noviembre, 2013

...Fin del Mundo... (III - Cierre)

Todo era distinto. Mis ojos aún no se acostumbraban al ambiente, a pesar que ya tenía cinco años de haber nacido, mi mente a veces me hacía soñar con un universo que se destruía frente a mi, esa era una pesadilla constante. 

El cielo tenía grietas por las que, a pesar de ser de día, se colaban cientos de estrellas. El sol, ahora parecía una galleta a la que arrancaron una parte con un mordisco, a pesar de tener menos cuerpo continuaba proyectando calor sobre todo y todos. 

Las nubes eran transparentes, tornasoladas cuando los rayos ultravioleta las atravesaba y en la noches, se llenaban de colores como auroras boreales. Era un espectáculo que para un chico como yo, parecía el mejor regalo de la naturaleza. 

El suelo, también ofrecía formas completamente incomprensibles. Lleno de cráteres, grietas y montañas por doquier, pero la humanidad supo sacarles provecho: en los huecos se sembraron inmensos jardines casi subterráneos, llenos de flores, gramas y bancos que servían para que los que quisieran, se sentaran o echaran a ver el cielo. 

En las grietas, se hicieron puentes y escaleras para pasar de un lado a otro y en las montañas, se instalaron inmensos observatorios para ver más allá de lo que la vista nos permitía. 

Tenía una nueva familia, un padre, una madre y hermanos; todo parecía estar dibujado para dejar en el olvido al fin del mundo.

27 noviembre, 2013

...Fin del mundo...(II - Inicio)

Pasé mucho tiempo en medio de la nada, no sentía, no veía, estaba sumergido en la inmensidad de la penumbra que me acorralaba, flotaba a la deriva. Finalmente, luego de un tiempo infinito, un chispazo iluminó todo hasta dejarme ver un posible horizonte y allí, el tiempo se aceleró de manera vertiginosa. 

Comencé a escuchar de nuevo unos latidos que corrían rápidamente como los de un ratón. Luego, para mi sorpresa, mi cuerpo estaba creciendo. Alrededor de mi corazón, se formó mi pecho; mis manos, mis piernas y una masa gelatinosa, que supuse que sería mi nueva humanidad que se multiplicaba como un virus que se replica millones de veces por segundo. Después de un tiempo, no sé cuánto realmente, ya tenía una estructura de huesos que semejaban a un suave plástico, costillas, columna, dedos, hasta uñas. 

Ya sentía, ya escuchaba pero aún no podía ver, como siempre, esa sería una sorpresa, porque ese es el quid de la vida, poder avizorar todo en su complejidad para tener un conocimiento completo de lo que nos rodea. 

Cada vez estaba más fuerte, me movía inquieto para salir de esa oscuridad, de esa niebla en la que me sumergí luego del fin del mundo y de la que deseaba escapar para tener una nueva oportunidad. 

Finalmente, comencé a patear frenéticamente, mi pie estaba en mi boca y mi cabeza, necesitaba ver luz, tenía la necesidad de un universo más grande y brillante. En ese momento, una enorme mano me tomó por mi cuello y haló, primero suavemente y luego con fuerza. Nuevamente había nacido para repetir un ciclo, o tal vez, no.

26 noviembre, 2013

...Fin del Mundo...(I)

Sentado en la cima del abismo pude ver el mundo despedazándose ante mi. El cielo parecía quebrarse en piezas mientras las nubes, como si fueran de cemento, chocaban contra el suelo aplastando todo bajo sus cuerpos blancos. 

El suelo se abría dejando verdaderos hoyos negros, que se tragaban todo como una bomba de presión. Las personas desaparecían dentro de ellos, podías ver madres abrazadas a sus bebés que se desvanecían, animales que agitaban sus patas para evitar caer en el olvido, todo poco a poco se borraba frente a mi. 

Quería gritar, llorar o bajar a la superficie para que todo terminara. Pero el paisaje era tan impresionante, que preferí permanecer quieto. El viento también estaba desapareciendo formando ciclones que danzaban como bailarinas en el medio del desastre. 

Ya no quedaba cielo, no quedaban nubes, las estrellas comenzaban también a estrellarse contra el piso para irse directo a la nada. Algo llamaba mi atención, no había ruido, no había gritos ni siquiera un murmullo o eco de la destrucción. 

Observaba todo fascinado, tratando de escuchar cuando vi que algo se acercaba rápidamente hacia mi. No sé de dónde vino, ni quién me encontró pero una bala atravesó mi frente y destrozó mi cerebro en pedazos, finalmente; desaparecí junto a todo lo que me rodeaba.