12 noviembre, 2014

43 de Ayotzinapa: ¡Vivos se los llevaron, vivos volverán!


Desde el pasado 26 de septiembre México está entre los principales titulares de los medios más importantes del mundo, los mexicanos hablan en redes sociales de su Presidente, del municipio de Guerrero (Acapulco), de la ciudad de Ayotzinapa y de 43 estudiantes que para muchos resulta un grupo de desconocidos. 

El Gobierno de Enrique Peña Nieto está atravesando un momento de crisis, una situación que hace pensar en la depravación en la que a veces cae el tercer mundo latinoamericano al momento de tomar la violencia como una solución, el recurso final para quitar del medio un obstáculo. 

En Ayotzinapa, 43 normalistas (estudiantes de una escuela rural) desaparecieron de la faz de la tierra; ¿los causantes?; la policía, un grupo de narcotraficantes y el alcalde de Iguala junto a su esposa. Parece increíble leer ese detalle, pero sí, las manos del Estado están bañadas de sangre. 

Puede resultar cliché leer sobre esto, algunos dirán que es un caso más de todos los que ocurren diariamente en esas ciudades mexicanas donde el narcotráfico corta cabezas como si de una carnicería se tratara, pero no, Ayotzinapa es distinto. 

Como venezolano y periodista que soy, he escuchado testimonios y palabras que me han abierto los ojos sobre lo que es un simple caso de represión y lo que ha terminado ser, como el de los 43 muchachos, en un verdadero ensañamiento sin razón alguna. 

Todo se reduce en la orden dada por la esposa del alcalde de Iguala para que reprimieran una manifestación de los normalistas, la policía la acató y los detuvo, para luego entregar el grupo a una banda de narcos, que al final decidió rematar a algunos, quemar los cuerpos y arrojar las cenizas al Río de Cocula, según testimonios de detenidos. 

Mientras tanto el mundo y los principales dolientes de los muchachos, sus padres, han insistido en que sus hijos están vivos, porque vivos se los llevaron y vivos tienen que volver. Realmente pienso que la esperanza es el alimento de la locura y también de la vida, pero es difícil que los 43 normalistas aún estén en este mundo. 

Sin embargo, qué se le dice a estos padres, a un campesino que pregunta por qué desaparecieron a los muchachos, a unos jóvenes sin recursos que fueron a una escuela rural a buscar un mejor futuro, no solo para ellos sino también para su familia. Qué se le dice a los que esperan por los 43 en la rural de Ayotzinapa, a los que día tras días salen a marchar y no reciben una respuesta de un Gobierno que no tiene respuestas, solo evasivas y un cansancio perenne ante la degradación de su sistema. 

Es complicado entender al ser humano, porque mientras ocurren atrocidades que no le afectan termina haciéndose el desentendido y no voltea a mirar el dolor ajeno. Muchos están con Ayotzinapa, han dicho algo por los normalistas y eso es lo importante, demostrarle a la familia de los 43 que sí se les escucha, que a pesar de ser ínfima, la esperanza aún está presente porque vivos se los llevaron y vivos volverán, sea en cuerpo presente o en el recuerdo que para bien o para mal, ya está cambiando a la sociedad mexicana.

10 noviembre, 2014

Explorando otros planetas

Siempre me ha llamado la atención romper la barrera azul que cubre cada uno de nuestros días, salir al espacio a descubrir nuevas cosas, nuevas experiencias, incluso otras formas de vida.

Debe ser algo tan impactante que parece difícil de describir, tocar las estrellas, ver el negro profundo del espacio y ver la Luna como si la pudieras tocar, sentarte sobre ella como El Principito sobre su planeta.

Realmente eso puede resultar increíble para un astronauta, pero como yo no soy uno de esos solo me queda soñar con el momento y por eso, a veces, pienso que conocer o entrar a la vida de una persona por al menos unos minutos, puede ser como explorar otro mundo.

Conversar con un desconocido te puede cambiar la vida, un intercambio de palabras puede convertir una situación para el recuerdo. Adentrarse en la mente de una persona en la oportunidad menos pensada, puede ayudarnos a verla tal como es.

Algo así como la actividad de un explorador, como Cristóbal Colón cuando llegó a una tierra que posteriormente se llamó América, esa es la idea de hablarle a la gente, de entenderla por al menos unos segundos.

Así te enteras de sus pesares, de sus sueños, de sus deseos e incluso te puedes reflejar en sus ojos, sumergirte en sus palabras y que se genere empatía. Una persona es un lugar, un planeta sumergido en un universo donde giran ideas, pensamientos y un espacio que cambia diariamente por la fuerza de la naturaleza.

Explorar es conocer, es arriesgarse y es una manera de vivir, una manera de experimentar y unirse con otros, es como ser ese astronauta que llega al espacio y descubre un mundo nuevo.

04 noviembre, 2014

¿Puede ser buena una dictadura?

Hay preguntas que siempre han estado en mi mente, cuestiones que van al contrario de todo juicio moral, social e incluso natural de las cosas. No es por ser rebelde, anormal o simplemente ir contra la corriente, sino que expreso lo que muchos de ustedes también han pensado pero no se atreven a aceptar. 

Una dictadura o dictador son vistos en pleno siglo XXI, época plagada de socialismo, izquierda y libertades que rayan en el libertinaje, como una representación anacrónica de un pasado que debe quedar en eso, en el pasado. Muchas sociedades rechazan las dictaduras, sistemas de Gobierno (por decirlo así) manejadas al antojo de un individuo, porque aplica la mano de hierro para callar a los que se le oponen, torturándolos, desapareciéndolos y asesinándolos. El dictador, es una encarnación del mal sobre la tierra. 

En algunas oportunidades puede parecer una locura apoyar a un dictador, un ser que aplica disciplina ferrea en todos los aspectos de la sociedad. Ese individuo no duda en golpear los puntos débiles de una nación, eliminarlos para cerrar todos los posibles resquicios que puedan causar el desmoronamiento y funcionamiento óptimo de la población. 

Serie Puede Ser: http://bit.ly/1wEhMYn 

Realmente un dictador puede ser una piedra en el zapato para el bienestar de algunos ciudadanos, pero, desde el punto de vista global he llegado a comprender sus intenciones. Solo quiere un bien mayor para todos, que se logre la funcionalidad de cada parte de la totalidad de un país. 

Es cierto que el dictador tortura, mata, malversa fondos, pero en la actualidad quién no lo hace. Un dictador también logra beneficios que, en nuestro continente, escasamente se repiten en democracia. Por ejemplo en Venezuela se lograron avances increíbles durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Se construyeron autopistas, puentes, complejos empresariales de los más modernos del continente para la época y el país era pieza clave del desarrollo modernista de América Latina. Claro, Pérez Jiménez también ordenó hacer daño, matar, torturar y callar las voces de la disidencia, decidió que una minoría debía ser sacrificada en pro del progreso que se estaba adelantando. 

En China también hay pruebas que una dictadura es buena. Allí aplicaron la pena de muerte para reducir la inseguridad, decidieron que quien violara la ley no tenía derecho a vivir, en cierto modo, tienen razón y así dieron un ejemplo que disciplinó al resto, llevando a sus ciudadanos al cauce del bienestar pleno. 

Una dictadura silencia, destruye y sobre las cenizas de esa destrucción crea. Tiene la visión de disciplinar, de guiar al rebaño desbocado y ponerlo a trabajar en un objetivo. Eso es lo que necesitamos en nuestros días, una dictadura seria que asuma las riendas y erradique el libertinaje en todos los estratos sociales, ese libertinaje que muchos llaman libertad y que al final ha quedado convertida en nada, en desorden, en atraso, en...