19 enero, 2022

El sueño de la pantera


Se puso su antifaz para salir de cacería. Aunque desde muy pequeño su cabello oscuro le permitía ocultarse cómodamente entre la noche, siempre le gustaba disfrazarse para sentirse más valiente, feroz y salvaje.

Miró a su alrededor, nadie se movía. A unos centímetros de su oreja, dos humanos dormían tranquilos, apenas respiraban, parecen como muertos, pensó. Saltó de la cama, dio unos cuantos pasos y llegó a la sala de la casa. Ese era su mundo, su selva, su territorio donde era capaz de todo.

En un rincón, el tv descansaba de todos los días deportivos, llenos de hombres corriendo detrás de un balón y juegos de palabras que él no entendía en absoluto. Al otro extremo, su caja, una especie de casa donde cada día le dejaba regalos a su humana. Observó, todo estaba tranquilo.

Entrecerró los ojos y dio con su objetivo: en una esquina se había levantado un árbol gigante con luces y pelotas de colores. Él no lo había autorizado y por eso, debía destrozarlo a como diera lugar.

Al acercarse en silencio, tocó con su garra una pelota y todo el árbol tembló, es posible tumbarlo, se dijo. Se paró en dos patas, agarró dos ramas y sintió que había causado un terremoto.

Parecía que el árbol lo atacaba. Una lluvia de pelotas de colores le caía encima, algunas luces se enredaron en sus patas y las ramas trataban de sacarle los ojos, no podía hacer nada, el árbol lo estaba derrotando. De repente, todas las luces se encendieron y despertó, había sido un sueño y su mamá lo estaba agarrando por el cuello para dejarlo en animación suspendida, esa era su realidad: un gatito negro que no daba miedo ni prendido en fuego, pero que, en las noches, soñaba con ser una pantera.