28 agosto, 2013

Libros: "Dime quién soy" de Julia Navarro

Un periodista recibe una propuesta para investigar la azarosa vida de su bisabuela, una mujer de la que sólo se sabe que huyó de España abandonando a su marido y a su hijo poco antes de que estallara la Guerra Civil. Para rescatarla del olvido deberá reconstruir su historia desde los cimientos, siguiendo los pasos de su biografía y encajando, una a una, todas las piezas del inmenso y extraordinario puzzle de su existencia.

Marcada por los hombres que pasaron por su vida -el empresario Santiago Carranza, el revolucionario Pierre Comte, el periodista estadounidense Albert James y el médico militar vinculado al nazismo Max von Schumann-, la vida de Amelia Garayoa es la de una mujer que aprendió que en la vida no se puede volver sobre el pasado para deshacerlo. 

Desde la España republicana hasta la caída del Muro de Berlín, pasando por la Segunda Guerra mundial y los oscuros años de la Guerra fría, esta burguesa y revolucionaria, esposa y amante, espía y asesina, actuará siempre de acuerdo a sus principios, enfrentándose a todo y cometiendo errores que no terminará nunca de pagar.

“Dime quién soy”, novela de la escritora Julia Navarro sintetiza en sus casi mil 100 páginas todo aquello que le puede fascinar a un lector curioso: historias de amor y odio, detalles históricos sobre los últimos dos siglos, el enigma que representa para muchos lo que es el carácter de una mujer, los miedos ante el avance de la vejez y, en fin, lo que tiene que ver con el paso de una persona por este mundo; dejando su huella en todos los que la conocieron.

Eso es Amelia Garayoa, un misterio difícil de resolver y entender de principio a fin de la novela. Julia Navarro, logra darle al lector la posibilidad de simpatizar con Amelia; de amarla hasta llorar con ella, de odiarla con tal fuerza que provoca cerrar el libro, de quererla sin razón y de entender todas y cada una de sus decisiones.

La historia en sí es una pequeña muestra de lo que puede ser la vida de muchos que se dejan llevar, casi siempre, por esas palabras que se repiten constantemente en “Dime quién soy”: “no tuve elección” y que generalmente abren una ventana hacia un futuro incierto. Amelia logra conducir su vida sin pena ni gloria, cargando sobre sus hombros cada uno de los dolores por los caminos que tomó.

Es complicado decir que este libro tiene un final predecible, pero es sin duda una buena oportunidad para pensar qué queremos de nosotros cuando estemos cerca de la muerte. Será que desearemos olvidar lo que fuimos, nuestros errores, nuestras glorias o desearemos conservar todo eso para irnos en paz. Ese es la llave que nos da Julia Navarro con “Dime quien soy”, solo es cuestión de querer girar la cerradura para saber qué hay del otro lado.

26 agosto, 2013

...Persecución...

Esa mujer realmente me gustaba, me quitaba el sueño porque muchos días la tuve entre mis brazos. Por eso, esa noche decidí esperarla en la esquina cercana a su casa, amparado por la oscuridad. Al verme, aceleró el paso para que no lograra alcanzarla, como lo había hecho en los últimos días, no quería tenerme junto a ella.

A medida que acortaba la distancia, podía sentir su olor, podía ver sus curvas y su cabello ondeando por la brisa; ella iba aprisa para impedir nuestro encuentro. Sin darse cuenta, tropezó con un muro y resbaló, momento que aproveché para abalanzarme sobre ella. Antes de escuchar sus gritos, le tapé la boca y la arrastré detrás de un contenedor de basura. 

Veía temor en sus ojos, una mirada retadora que solo decía ¿Qué quieres?, eso me hizo estallar de rabia, siempre había una competencia entre ambos, pero la amaba. La besé con ganas, besé sus senos, mordí su cuello, sus ojos, su nariz, sus mejillas, mis manos la recorrían mientras ella gritaba. Puse mi mano en su boca, pero aún escuchaba sus gritos. Saqué mi cuchillo para acallar sus gritos. 

Como un boxeador, comencé a golpearla. Le enterré la hoja del cuchillo en el vientre, entre las costillas, en el ombligo nuevamente, le di al menos 15 puñaladas y aún escuchaba sus gritos. Al verla, estaba muerta y era yo quien gritaba, gritaba porque maté lo que amaba, gritaba porque no pude resistir el deseo de acabar con su vida... esos gritos, fueron la expresión pura de que la amé y nunca dejé de quererla.

20 agosto, 2013

...Historia de una foto: Vida en Irak...

El soldado estaba sentado en su punto de guardia. Era mediodía y el calor en la nación árabe era insoportable, ya tenía más de dos años en su misión pero aún no se acostumbraba a los avatares desérticos. Su mentalidad había cambiado, su cuerpo también y sus pensamientos no eran los mismos. Temblores en sus manos, gritos en medio de la noche y pesadillas que lo despertaban bañado en sudor eran parte de su situación. 

Mientras pasaba el tiempo, cada sonido de una bomba le provocaba ponerse en guardia. Su fusil entre sus brazos, la fuerza del metal le daba ánimos para seguir adelante y esperar que el ocaso le indicara que debía irse con su pelotón al campamento del grupo. El ruido de la turbina de un caza, que pasó rasante por el cielo, lo sacó de su tranquilidad. Con su ojo puesto en la mira, comenzó a otear las azoteas de edificios buscando un posible enemigo, lo más probable, inexistente. 

Vio a un hombre pegando a su mujer, quiso usar su arma pero ese no era su objetivo, además no era un asesino para resolver así ese tipo de problemas. En otro techo, observó a dos mujeres lavando la poca ropa que tenían, con el zoom de la mira pudo detallarlas, sus manos e incluso sus curvas; su cuerpo le recordó que aún era hombre y no una maquina de matar. Quiso ser como sus compañeros, salir en las noches a violar a las civiles pero aún le quedaba algo de alma. 

Haciendo su reconocimiento, aquellos cuerpos femeninos no salían de su cabeza. Para olvidarlas, se quedó viendo por el lente telescópico a un niño sentado en el borde de la azotea de su casa. Solo lo veía de espalda, pero pensó en fragilidad. Imaginó que ese niño no tenía futuro, que tal vez en ese país de guerras solo le quedaría morir a manos de una bomba o un atentado. Puso su dedo en su gatillo, pero lo retiró, qué cosas pensaba. Volvió a desviar su arma a donde estaban las mujeres, ya se habían ido. Siguió pensando en el niño. 

Con el rifle le apuntó de nuevo. Sus manos temblaban, su corazón le pateaba el pecho. Se debatía entre una solución para una vida o dejar que el destino continuara. De nuevo el dedo en el gatillo, fijó sus ojos en la cabeza del infante y los cerró, el disparo fue uno más del día. El pequeño cuerpo cayó desde el edificio, sus sesos quedaron desparramados en el suelo mientras su madre, lloraba y gritaba en torno al cadáver. El soldado quedó en estado de shock, una explosión lo sacó de su trance, ya estaban recogiendo lo que quedaba del niño. 

Continuó viendo por la mira, dos jóvenes hablaban cerca de la puerta de una casa. Un disparo al pecho de cada uno, en ese momento descubrió que su papel era ese, había sido enrolado para ser un héroe de su patria pero volvería a su casa como un asesino a sueldo de su gobierno.

14 agosto, 2013

...Eso de ser puta...

En este día donde la homosexualidad, los maricos y todos esos epítetos que le colocan a la gente diferente estuvieron a la orden del día en los medios venezolanos, quiero hablar de las putas. ¿Cuál es el problema de las putas? ¿Por qué una mujer se ofende si le dicen puta? Mujeres, es con ustedes, siéntanse halagadas si le sacan su reputación a vox populi. 

Ser puta debería ser un orgullo, porque esas féminas tienen un conjunto de virtudes que las hace, sin lugar a dudas, perfectas. Trataré de aclarar este punto de vista, que seguro para muchas parecerá un poco descabellado. Las putas, son las mejores psicólogas que puedes encontrar en una guía telefónica. Si te tienen confianza, te acuestan en esa cama y luego de hacerte llegar al cielo, se fuman un cigarro contigo y pueden escucharte todo el tiempo que quieras sin decir palabra y luego hasta te aconsejan sobre esos problemas de amor, claro está, si pagas la suma indicada. 

Las meretrices son buenas fisioterapeutas, si tienes dolores del cuerpo, las puedes convocar a un lugar cómodo y allí exprimirán hasta sacarle el jugo, literalmente, a cada uno de tus músculos, te dejarán como nuevo y renovado, un hombre cero kilómetros, acoto nuevamente, debes pagar la suma acordada. 

Las mujeres de la "mala vida", tienen una maestría en relaciones públicas, otro punto a favor. Suelen relacionarse con políticos, ejecutivos, niños recién entrando a esa etapa rebelde de la juventud, señores de su casa con tres mocosos encima, solteros, gays que quieren descubrir si aún les sobra un poco de hombría en las hormonas y hasta a parejas que tienen un plan de vida divertido y fuera de lo común. Las putas tienen en su agenda, a la crema de la sociedad, en ella puedes descubrir cada ejemplo de personalidad y estilo de vida. 

Para finalizar, esta vaina ya se está tornando larga, las pre pago son el ejemplo vivo de una buena administración. Se administran de tal manera, que pueden acumular en un solo día lo que se gana con un trabajo decente en dos meses. Coordinan llamadas, citas, encuentros y reuniones como el mejor presidente de cualquier empresa del país. 

Sí, tienen todas esas ventajas. Ahora la cuestión está en saber cuántas se atreven a dejar de un lado los tabú, los malos pensamientos y disfrutar de esta profesión (la más antigua de la historia). Ojo, tampoco niego que a algunas no les parece divertido y que incluso están obligadas en el negocio, pero eso ya es otro tema que tiene que ser discutido en otro post o en sus comentarios.

12 agosto, 2013

...Un fantasma...

Su cuerpo. Su mirada. Su vientre. Sus caderas. Sus nalgas. Sus senos. Un todo. Un paraíso. Sexo. Caricias. Maldiciones. Eres una puta. Soy un maldito. La abrazo. La muerdo. Se aferra a mi espalda. La penetro. Gemidos. Caricias. Golpes. Puta. Maldito. Uno. Dos. Tres. Un ritmo. Placer. Continúo. Algo de amor. Te amo. Te quiero. Quédate. Somos uno. Lame mis dedos. Yo sus senos. La beso. La penetro. Sus ojos. Se mueve. Baila sobre mí. Es perfecta. Es eso. Una puta. Un orgasmo. Se tensa. Grita. La penetro. La abrazo. Me aferro a ella. Llego. Sí. Es ella. Un fantasma.

09 agosto, 2013

...Valiente...



¿Cobardía o valentía?. Aquellos que mueren por sus propias manos, son los más valientes de esta obra de teatro que es la vida. Tienen el coraje de dejar todo a un lado; sentimientos, amores, temores y dar un paso al frente para decir: vamos a terminar con esta vaina. Son esos héroes que dicen, cómo, cuándo, dónde y por qué todo se acaba, sin necesidad de dejar su destino en manos de un barbudo de bata blanca. No se dejan llevar por un quizá todo mejore, o un tal vez mañana será mejor que hoy, toman la decisión y listo. Eso mis amigos, eso es valentía y decisión. Por eso creo que el mundo está lleno de cobardes, solo unos pocos tienen los cojones de estar boca arriba, mirando hacia el cielo (tal vez desde el infierno) diciendo: Lo hice, soy un valiente.

07 agosto, 2013

...Destrucción...


Quiero destruir todo. ¿Una pistola? No. Mucho ruido. Mucha sangre. Mucha violencia. ¿Un bate? Sí. La mejor opción. Fuerza. Agresividad. Locura. El bate en mis manos. La pantalla de la tv. Estallido. Vidrios por doquier. Un florero. Lo destrocé. Lo hice añicos. La madera zumba en el aire. Un espejo. Una mesa. Un portarretrato. Las fotos en el suelo. Sigo golpeando. La imagino. Imagino que la golpeo. Directo a las costillas. Grita. Gime. Llora. La golpeo. Cae en el piso. Estoy sobre ella. Le parto la cara. El bate zumba. Continúo. No me puedo detener. Su sangre es mi sangre. Me salpica. Ya no tiene rostro. Sigo golpeando. Su cráneo está roto. Sus ojos se apagaron. Sus facciones son una masa. Piel. Huesos. Cabellos. Lo logré. El bate se detiene. Sí. Lo destruí todo.