27 mayo, 2018

En el ciclo



Busqué las opciones más realistas, pero ninguna me convencía. Por eso decidí que lo mejor era despertar y seguir con mi vida rutinaria. Me bañé, me vestí y salí a la calle.

Las mismas caras, los mismos sonidos, las mismas calles, los mismos lugares. Llegué a mi destino, el mismo vigilante en la puerta, el mismo saludo y los mismos compañeros de trabajo.

El mismo ritmo por ocho horas. Las mismas teclas que marcaba día tras día para enviar un mensaje que permanecía igual.

Mirar a la misma chica que pasaba por el mismo pasillo. Su misma cabellera, sus mismos ojos, su mismo color de piel, su mismo olor y mi mismo interés por ella.

Luego de ocho horas de trabajo, el mismo recorrido por el que vine pero al revés. Incluso si me esforzaba, reconocía a los mismos individuos con los que me topé cuando iba a la oficina.

Todo parecía un reloj. Todo perfectamente coordinado. Que difícil era vivir dentro de una caja ajustada a un ritmo, unos elementos y a una igualdad perfecta. ¿Cómo sería salir de allí?

23 mayo, 2018

Lo simpático


Algo simpático puede tener muchas definiciones, pero creeme cuando digo que cuando uso esa palabra es para referirme a algo que es como una droga para mí.

Simpático es algo que me causa risa, que me libera y que pudiera estarlo consumiendo las 24 horas del día sin parar.

Lo simpático para mí es bonito, es lindo, es inocente y también curioso, que me llena con comentarios, con conversaciones y con detalles tan inesperados como unas palabras de amor que no son para mí.

Así eres, algo simpático. Una cosa que tiene tanto tiempo en mi vida y aún no descubro por qué estás allí. Creo que simplemente, para relajarme y hacerme pasar un buen momento.

22 mayo, 2018

18 mayo, 2018

La desconocida


No se sabe cuándo escribió esta carta, tampoco por qué la redactó ni para quién era. Solo tengo entendido que un día llegó a mi sellada en un sobre con un bonito sello rojo que tenía el dibujo de una pata de gato.

Al abrirla pude ver una letra con florituras, un papel opaco por el paso del tiempo y comenzaba de esta manera:

"Solo espero que te des cuenta de los errores que cometiste, de lo que nunca quisiste admitir y que hoy, después de tanto tiempo, es con lo que he tenido que cargar a cuestas como la variedad de tatuajes que tengo en mi piel. 

No te estoy reprochando ni mucho menos, al final la culpa ha sido mía, porque realmente soy un cúmulo de malas decisiones en dos piernas que caminan hacia un destino incierto por no tomar acciones tajantes y cortantes. 

Tú simplemente te adaptaste y ya, sin cambiar de actitud, sin mejorar, sin querer algo en específico, sabiendo que mi pasividad iba a ser la llave que entrara perfectamente en la cerradura que guarda tu frialdad. 

Lo que trato de decirte es que ninguna persona debería vivir así, esperando todos los días a que algo mejore y simplemente, nada lo hace. No hay alegrías, no hay sonrisas, no hay caricias, no hay abrazos. Solo reproches que van socabando no solo las ganas de vivir sino el autoestima, porque cómo puede alguien pensar que lo está haciendo bien si siempre le recriminan todo. 


Tu estrategia, aunque no lo creas es efectiva, es como una ola o una gota de agua que arremete constantemente contra una piedra para crearla a su imagen y semejanza. Lo que me da temor, es que sí, seguramente la moldearás tan perfecta que le agarrarás el gusto a continuar tus acometidas hasta que me desgastes y me hagas desaparecer. 

Aunque practicamente he desaparecido, porque hace días vi fotos de hace dos años cuando tenía como 15 kilos más, hoy soy un fantasma de aquellos tiempos. Creeme que por aquellas fechas, cuando me enteré de todo lo que habías hecho, quise cambiar mi vida pero como te digo, soy un cúmulo de malas decisiones tras otras y ya realmente, no tengo ni ganas ni energías para cambiar nada. 

Una vez pensé que existían opciones, salidas, pero creo que no...todo permanecerá igual"

Esta carta me pareció magnifica, porque parecía un mensaje de otro tiempo para mi, para que evitara tropezar con una piedra que se apareció ante mi con una forma y terminó convirtiéndose en otra cosa.

Lamentablemente el mensaje llegó muy tarde...

17 mayo, 2018

El pueblo desierto (IV)


Sentado en la mecedora, esperando mi muerte, pude recordar todo lo que no había vivido.

Frente a mí conocí a toda la prole que nunca tuve. Mis tres hijos me saludaban y sonreían. El varón me hacía señas para que me levantara, quería que lo acompañara a dar una vuelta en su carro nuevo.

Las dos hembras tenían en sus brazos a mis nietos, dos niños chiquitos que me miraban con sorpresa, curiosidad pero con la ternura e inocencia de un infante.

Luego se desvanecieron y pude ver todo a mi alrededor, pero no estaba vacía, tenía todo lo que había soñado. Guitarras, grandes televisores y mi esposa correteando por los espacios.

Intenté levantarme, quería soñar más pero no podía, mi muerte se acercaba.

14 mayo, 2018

El pueblo desierto (III)


Sentado en la mecedora, luego de haber pasado más de 80 años en ese pueblo desierto, pude sentir finalmente alegría.

La mayoría de mis seres queridos se habían ido a vivir a otras fronteras, mientras yo, me quedé cuidando el cementerio familiar y los recuerdos atesorados por generaciones.

Cuando mi alma regresó a mi cuerpo, conocí todo lo que me había perdido.

11 mayo, 2018

El pueblo desierto (II)


El anciano me veía fijamente, no tenía ningún gesto en su cara. Simplemente estaba esperando.

Alargó su mano y estrechó la mía, me dio una palmada suave y allí toda la magia se acabó. 

Yo era el anciano sentado en la mecedora, esperando a que mi alma y todos mis deseos incumplidos retornaran a ese pueblo desierto para poder morir en paz. 

Cuando mi espíritu retornó a mi cuerpo pude sentir una alegría indescriptible, todo lo que había soñado estaba allí.

09 mayo, 2018

El pueblo desierto (I)


El pueblo estaba totalmente desierto. Las casas desvencijadas, el asfalto de las calles roto y resquebrajado como si fuera piezas de un rompecabezas y las enredaderas invadían cualquier espacio vacío de las paredes.

Aunque era de día, algunos faroles permanecían encendidos. No había señales de vida salvo una pandilla de perros flacuchos que corrían de una esquina a otra, azorados probablemente por mi presencia.

A cada paso veía los fantasmas heredados por las historias de mi padre. La bodega donde veía series de TV acostado sobre un saco de arroz, la comisaria donde a mi abuelo estuvo preso por varias noches, la casa de mi tío segundo de gran solar y matas de mango, todo parecía cobrar vida a mi paso.

Al final de la calle principal, estaba el gran caserón familiar. Entreabrí la puerta y en el medio de la sala, en una mecedora destruida y acabada por las polillas me estaba esperando.

Un señor viejo, canoso y arrugado por los años.

07 mayo, 2018

Soñé con ella


Soñé. Soñé con ella de nuevo. Una y otra vez su cuerpo me persigue. A veces le cuento que soñé con ella, pero omito ciertos detalles para que no se moleste o comience a mostrar cierta animadversión hacia mí, porque sí, cuando le hablo de algo sexual entre los dos siempre termina huyendo. 

Como decía, soñé con ella. Soñé que la veía haciéndose el amor a ella misma. Recordé aquel fin de semana cuando, aunque ya no eramos novios, pude verla a través de una pantalla cómo se despojaba de la fina toalla que la cubría y se hacía el amor, una imagen que quedó grabada para siempre. 

Soñé con ella, he soñado con ella. Lo más cumbre de todo es que sé, que aunque pasen los años, seguiré soñando con ella, viéndola joven, sexual, sexy, hermosa, así como cuando me enamoré de ella. 

06 mayo, 2018

Grandes logros


He tratado de correr una y otra vez. Intento dejar todo atrás, pero como siempre, es imposible. Mi mente, los recuerdos, están dentro de mi ADN. A veces quisiera borrarlos, que fuera tan fácil como suprimir un archivo en una computadora, pero no.

Es que a veces temo que mis experiencias, mis "grandes logros, se pasen a otras generaciones a través de la memoria, así como las imágenes que perseguían a los Buendía en Macondo.

No quisiera que mis hijos, si es que algún día llego a tener, le pasaran en sus genes a mis nietos, los recuerdos de mi papá en sus postrimerías, o de cuando mi familia tuvo que separarse por razones ajenas a su voluntad.

Nosotros, el hombre en general, debería tener el derecho de seleccionar lo que recuerda, de colocarle puntos o estrellitas así como en un página web o foro de una comunidad. Sería bonito que solo pudiéramos revivir las cosas que nos dan sonrisas y no las que nos acongojan con las mayores tristezas.


02 mayo, 2018

Volver a nacer


Un disparo. Dos disparos. Tres disparos. Las balas atraviesan mi cuerpo y aún así, sigo respirando. Siento como la sangre comienza a escaparse de mis venas, es un líquido viscoso, caliente y espeso que fluye como un río, un río de vitalidad. 

Trato de ver a mi asesino pero ya no está. Ha dejado el arma junto a mí. Tal vez para que yo sea el que tome la decisión definitiva. Con las pocas fuerzas que me quedan tomo la pistola. Siento el sabor del oxido del cañón en mi boca. 

Presiono el gatillo. Ahora todo es luz. He muerto para volver a nacer.