31 enero, 2017

...La gota...

Una gota es privilegiada cuando sale de la ducha, porque va directo hacia cualquier rincón de tu cuerpo y recorre tu piel como si fuera un amante anónimo.

Al caer sobre tu pecho, navega ese canalillo que se forma entre tus dos hermosos senos que, erizados por el agua fría, se tornan de un color más oscuro que el resto de las zonas cercanas y apuntan hacia el frente como un arma queriendo dispararle al más valiente.

Esa gota continúa su camino gravitatorio hasta el ombligo, y si tiene suerte, puede llegar hasta el corazón de tu feminidad. Allí causa sensaciones extrañas, rozando puntos álgidos que pueden evaporar el líquido y humedecerse más que el agua.

Luego de disfrutar de ese lugar lleno de rincones profundos, la gota extasiada cae por tus perfectas piernas, que son las causantes de deseos que se estrellan como un auto que quiere esquivar las curvas de una autopista.

Finalmente, esa gota besa los dedos de tus pies, cayendo rendida por tu belleza y deseando nuevamente acariciarte.

Observa hacia arriba y siente envidia de otra gota que cae por tu cuello impulsada por un movimiento de tus caderas, se resbala por tus hombros - esos que fueron los causantes de aquella primera explosión nocturna - y se dirige estrepitosamente a tu espalda.

Besa tus lunares, tu tatuaje admirado por muchos y se adentra en la calle marcada por tu columna, que es el canal perfecto para llegar a tu trasero.

Un trasero redondeado, deseado y que es una montaña rusa de emociones, que impulsa a la gota por tus nalgas que hacen que se estrelle contra el piso y muera llena de deseo, enamorada de tu cuerpo efímero y de esa perfección que consideras inexistente.

13 enero, 2017

...El milagro de Dios...


¿Por qué no me hablas?, le preguntó mientras esperaban un taxi para comenzar el día.

Ambos estaban sentados en la parada más cercana a su casa. La gente comenzaba a rodearlos, los automóviles iniciaban su correr diario de acá para allá, y de allá para acá, escoltados por autobuses que transportaban más smog, ruido y desorden que pasajeros.

Él, meditando ante aquella pregunta, observaba el sol que ya comenzaba a nacer detrás del horizonte y practicamente lo estaba dejando ciego tapado por una cortina de color naranja, casi morado.

Sin mirarla, le explicó el porqué de su silencio.

"Sabes que anoche, al llegar de nuestras actividades y después de hacer todo lo rutinario del hogar - que a veces resulta muy pequeño, pero que todos los días me parece acogedor - estaba demasiado estresado, lleno de pensamientos tristes y un peso que no se me ha ido en años.

Sin embargo, cuando pasé al baño para lavarme la cara, te vi sobre la cama y de repente mi vida, justo en ese momento, tuvo ese amanecer que he estado esperando desde hace mucho tiempo, tan solo verte me cambió el ánimo y me inyectó alegría.

Estabas acostada, tu cara de cansancio te había quitado varios años de juventud y simplemente jugabas sin razón alguna con tu teléfono, quise llenarte de besos en ese mismo instante pero me detuve para detallarte mejor, disfrutar de ese milagro de Dios. 

Tu cuerpo solo estaba tapado por dos diminutas prendas intimas de color negro,  típico en ti. Aunque a medida que te observaba, tú pedías que te dejara de ver porque estabas gorda, a mí me parecías perfecta. 

Las curvas de tu trasero, tu vientre, tu espalda coronada por algunos lunares, y tus senos que juguetones se habían casi escapado del brassiere, iluminaban el lugar. Parecías una escultura de Miguel Ángel, para recorrerla de arriba a abajo y de abajo hacia arriba. 

Cada una de tus colinas albergaban un poquito de mis fantasías, de mis deseos y de mis sueños dorados, en tu cuerpo podría perderme para luego descubrirme nuevamente de las formas más tiernas, menos pensadas y más salvajes. 

Me impresionaron tus formas, tu cara y toda tú, estabas como recién salida de una película en la que eras protagonista y en la que te adueñabas de todo, de mis ojos, de mis pensamientos, de mis ideas, de mi futuro y de mi pasado. 

Quise guardar ese momento, saqué mi móvil para tomarte una foto y conservarlo para la eternidad. Cuando traté de enfocarte, para hacer clic a la cámara, ya no estabas. Te busqué por toda la habitación, dentro del closet, en el aroma de mi ropa, en la de tus prendas que dejaste atrás, incluso debajo de la cama, pero ya te habías ido.

Di un paso atrás, cerré la puerta y volví a mi rutina".

Él, mientras se montaba en el taxi vio el banco desolado donde había estado esperando por más de una hora, y recordó que allí, en ese lugar se habían mirado con deseo por primera vez y por razones del destino, en ese mismo sitio ella había tomado un autobús para desaparecer de su vida y nunca más buscarlo, hablarle o tratar de encontrarlo.

02 enero, 2017

...No hay vuelta atrás...


Creo que toda mi vida he estado caminando sobre un puente de cristal, infinito y cubierto por una niebla espesa.

Hace 28 años di un paso hacia ese puente. El camino ha sido demasiado largo, demasiado pesado en algunas oportunidades, la brisa empuja mi cuerpo hacia los lados y a veces, la lluvia me ha hecho resbalar.

No hay vuelta atrás. Sigo hacia adelante contra todo obstáculo. Al disiparse la neblina, en el fondo del precipicio veo ciudades, gente deambulando de acá para allá, veo las aves volar e incluso el sol que los ilumina.

Camino sobre todos ellos. En el horizonte, al final de esa lámina de cristal que ha sido mi piso desde que nací, veo gente que me espera y me hace señas para que siga a mi destino.

No hay vuelta atrás. Muchos me han tomado de la mano para acompañarme, pero sin darme razones, me han dejado y han regresado por donde vinieron. A veces veo hacia atrás, intentando recordarlos o verlos, pero nadie está allí. Camino solo.

Cuando estoy muy cansado, no sé si mi mente me juega una mala pasada pero veo que el puente se estira hacia adelante y no tiene fin, parece infinito. Pero sigo caminando, aunque mis pies duelan y nadie me acompañe. No hay vuelta atrás.

Ideas escritas mientras escuchaba "On the turning away" de Pink Floyd