11 marzo, 2018

Francotiradora


No podía dormir. Su memoria, que casi siempre le fallaba y le hacía olvidar momentos incómodos, esta vez le estaba reproduciendo todos aquellos recuerdos que trataba de suprimir por diferentes mótivos.

En el sueño, estaba sola en el cine, viendo una película que proyectaba momentos donde la protagonista principal era ella misma. 

Despertó decidida a borrar todo ese pasado obscuro y difícil, no quería dejar rastro de una relación fallida y un poco retorcida. No sabía por qué había pasado, ni siquiera su supuesto amor vivía en su misma ciudad, en fin, un noviazgo que era peor que el que ocurre entre adolescentes. 

Abrió su computadora y fue directamente a la carpeta culpable de sus pesadillas: Fotos. Comenzó a mirarlas cada una, parecían tener vida, como en las películas de Harry Potter. Pensó que si esas fotos seguían allí, la paz nunca llegaría a sus sueños.

Ni siquiera se le ocurrió escribirle al que aparecía junto a ella en las fotos, sabiendo cómo era ese ser, que guardaba todos los recuerdos de su pasado en cualquier lugar, tal vez hubiera querido quedarse con esas imágenes de momentos felices. ¡Ni pensarlo!

En esa nueva realidad no debía quedar ninguna evidencia de aquella ex pareja. Como un francotirador, colocó el dedo sobre la tecla suprimir (Supr) y comenzó a borrarlas una por una, al final eso le estaba dando cierto placer que transcurrió por horas. Las sonrisas caían heridas de muerte, pasando directamente a la papelera de reciclaje. 

Eran tantas que al terminar, el sol ya se filtraba por la ventana. La pesadilla fue una señal divina: nada podía quedar en ningún lado, ¿En sus recuerdos? No, esa era una excusa, ella misma sabía que su memoria fallaría y se encargaría de borrar para siempre todo vestigio de aquel ser de las fotos, al que estuvo aniquilando toda la noche, eliminándolo de su portafolio fotográfico y aparentemente, de la realidad.