Buscaron un lugar para ocultarse del mundo. Aunque estaban en el lugar más público de todos, ellos se sentían protegidos allí, en la oscuridad.
Ella tomó la iniciativa, besándolo de una manera agresiva y recorriendo todos los rincones de su boca. Él aceptó la invitación, respondiendo con todas las ganas acumuladas por meses de deseo incontrolable.
Ese beso los fundió en una relación que les traería placer, deseo, locura, odio, rabia pero también una conexión que duraría por demasiado tiempo.
Él sintió las curvas de su cuerpo, su olor, su personalidad oculta, mientras ella comenzaba a cuestionarse qué había hecho con su vida hasta ese entonces.
Un ruido los trajo a la realidad. Mucho después ella le confesaría que de no haber sido por esa distracción lo habría desnudado allí mismo para hacerle el amor, pues quería conocerlo en detalle sin ningún obstáculo.
Salieron al mundo luego de ese beso, intercambiando miradas y prometiéndose que nunca se olvidarían.
