19 febrero, 2019

Ballenas


Nunca lo había pensado así, pero ahora lo entiendo. 
Cuando nacemos somos expulsados a la vida, salimos del vientre materno y caemos a un océano que debemos aprender a nadar. 

Nos salpican las emociones, los estímulos y miles de ideas que comienzan a darle forma a nuestra personalidad, nuestro cuerpo y nuestra mente.

Ese mar en el que nos encontramos es un caldo de cultivo para situaciones dispares; buenas o malas. Nosotros decidimos si convertirnos en integrantes de un cardumen gigantesco que se mueve todos los días por un destino común o si nos formamos como algo más grande.

No hablo de depredadores, sino en ballenas o algo más grande que naveguen por ese océano en paz, buscando y encontrando, siendo respetadas no solo por su tamaño sino por lo que le pueden dar a su ecosistema.

La vida es eso, el mar. Nosotros, somos los peces.