Cuando nacemos somos expulsados a la vida, salimos del vientre materno y caemos a un océano que debemos aprender a nadar.
Nos salpican las emociones, los estímulos y miles de ideas que comienzan a darle forma a nuestra personalidad, nuestro cuerpo y nuestra mente.
Ese mar en el que nos encontramos es un caldo de cultivo para situaciones dispares; buenas o malas. Nosotros decidimos si convertirnos en integrantes de un cardumen gigantesco que se mueve todos los días por un destino común o si nos formamos como algo más grande.
No hablo de depredadores, sino en ballenas o algo más grande que naveguen por ese océano en paz, buscando y encontrando, siendo respetadas no solo por su tamaño sino por lo que le pueden dar a su ecosistema.
La vida es eso, el mar. Nosotros, somos los peces.