26 febrero, 2019

Una pizca de amor


Luego de verla por última vez, me di cuenta que todo había sido un juego, un juego para probarse a si misma el poder que tenía como mujer sobre un hombre.
Detallé nuevamente sus curvas, sus miradas, sus caricias y era cierto, allí no había ni una pizca de amor, o tal vez sí, pero era amor hacia ella misma. 

Después de entender lo que había pasado, me arrepentí de pasar casi una década pensando en un posible desenlace como esas películas de Hollywood en que un amor al final perdura para siempre. 

Maldije, lloré, pero al final le agradecí, ella me había enseñado que el mundo es real y que no hay espacio para los que creemos que los sentimientos son verdaderos, al final todo tiene un costo y un propósito.