13 diciembre, 2018

Por Júpiter


Llevaba enfermo unos cuantos años.

Aunque trataba de no medicarse, ya había sucumbido en el delirio de los químicos para aliviar su dolor, agujas en todo su cuerpo, bombas de oxigeno y drogas cada vez que el médico le indicaba.

Todas esas recetas le aliviaban el cuerpo pero solo una le calmaba el alma: su afición por leer todos esos escritos que cuando joven había dedicado. 

Sentía que en esas letras estaba su verdadero yo, así que trataba de no abandonarlas y cuando una enfermera estaba en su lecho, trataba de recitarle sus poemas o enseñarle un poco de literatura. 

- ¿Sabías que Júpiter es una palabra esdrújula? -, le dijo a la hermosa mujer que lo estaba cuidando desde unas semanas atrás.

- No -, contestó ella. Él la vio sonreír, con una dentadura perfecta y un brillo en sus ojos que a veces lo contagiaba de juventud, haciéndole olvidar toda su enfermedad. 

Le explicó todo el asunto de la acentuación, le habló del planeta, de la redacción y no sintió cuando la chica le puso la inyección.

Iba a ser la última de su vida. Las venas se adormecieron, él finalmente sintió un pequeño salto de alegría, un fulgor brillante en todo su cuerpo y luego una extraña paz.

Había muerto haciendo lo que más le gustaba, soñado con letras y cosas imaginarias.