21 febrero, 2023

Película: 'The Whale' (2022); tocando fondo en el medio de la redención

Título original: The Whale
Año: 2022
Duración: 117 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Darren Aronofsky
Reparto: Brendan Fraser, Sadie Sink, Hong Chau, Ty Simpkins, Samantha Morton, Sathya Sridharan, Jacey Sink

Sinópsis: Un solitario profesor de inglés con obesidad severa (Brendan Fraser) intenta reconectar con su hija adolescente en una última oportunidad de redención.

¿Por qué cuando nos sentimos peor en el interior tendemos a querer destruir nuestro exterior? Los primeros diez minutos de 'The Whale' son un golpe al espectador de crudeza, algo obscena, en la que vemos a un Brendan Fraser en un momento de autodestrucción y ganas de matar algo que lleva por dentro. 

La película está hecha de una forma en que terminas asfixiado por su cotidianidad y su manera de mostrar el entorno de una persona que de algún modo no se acepta y se odia a sí misma. Un departamento pequeño, algo desordenado (aunque impoluto en el único lugar donde se atesoran buenos recuerdos), mucha comida alrededor y el ir y venir de un pequeño círculo de conocidos. 

Cuando caes en una fuerte depresión terminas encerrado en tu propio cuerpo y en tu espacio, un lugar en el que solo tú entiendes lo que ocurre y donde te sientes a gusto para autodestruirte. Estás lleno de sentmientos duros y cuando intentas salir ante la sociedad, te pones una máscara o no te muestras tal cual eres, solo dejas que vean una ínfima parte de lo que realmente te define como persona.

El personaje de Brendan, que vuelve a protagonizar después de haber estado prácticamente vetado por Hollywood, no tiene relaciones reales con el mundo exterior. Solo se apoya en su enfermera y cuando ya siente que la salud va en declive, busca retomar el contacto con su hija, a la que no vió por varios años, y ahora es una adolescente. ¿Está tratando de conseguir la redención y la aceptación?

'The Whale' se trata de eso: de entender que el exterior de una persona también nos puede decir mucho y que no importa lo que diga, en el fondo siempre va a necesitar una mano amiga, un apoyo que le permita ser pilar para comenzar de nuevo e intentar al menos, tocar fondo pero de una manera más suave. 

15 febrero, 2023

La mirada de Califernando

Era una mañana cualquiera, como todas las mañanas de mis últimos cuatro años. Califernando ronroneando sobre mi pecho mientras lo acariciaba por el pecho, el lomo y esa pequeña curvatura entre su nariz y el medio de sus cejas. 

Me sentía hipnotizado por sus grandes ojos azules, parecían como la puerta hacia un océano infinito. Él sabía el control que ejercía sobre mí porque empezó a entrecerrar los parpados, eran como tiernos aleteos para terminar de controlar mi mente. 

De un momento a otro comencé a sentir que mi cuerpo se despegaba de la cama, estaba siendo abducido hacia lo más profundo de su mirada. Un extraño poder me convirtió en un ente mínimo, que como una nave espacial, estaba entrando a la atmósfera de sus ojos. 

La fina capa azul que me separaba entre mi realidad y su mundo era un gas suave, de burbujas que empezaron a frenar mi caída hasta que unos minutos después, aterricé lentamente en una gigantesca superficie también azul, todo era azul allí. Apenas recobré la conciencia, vi a mi alrededor y esa fue la mayor sorpresa de mi vida.

Miles de Califernandos me miraban fijamente mientras ese planeta entero vibraba, era un ronroneo perpetuo y mágico. Cada uno inició un acercamiento tímido pero sigiloso, me olían, me miraban hasta que hacían contacto, al parecer buscaban ser acicalados. 

Uno a uno fueron recibiendo mis caricias, jugueteaban conmigo y me hicieron sentir en casa. Allí el tiempo no corría, simplemente era un planeta para recibir y dar amor, tal cual como hacen los gatos cuando estamos junto a ellos, ese universo de Califernando era la razón de su mirada: un mundo que reflejaba lo que buscaban los gatos, ser amados. 

10 febrero, 2023

Arenas movedizas

No tenía razón de ser. Hay relaciones que empiezan sin buscarlas, sin pensarlas y ningún plan a la vista. 

Solo te dejas llevar por la corriente, la atracción del momento y unos días después estás metido en un cúmulo de sentimientos, palabras melosas y miradas furtivas que dicen mucho en la superficie pero muy poco en el alma. 

Comienzas a esperar caricias, reacciones y sentimientos que no llegan. Y justo allí entiendes que estás en unas arenas movedizas: si pides y no recibes lo que esperas, sientes que te hundes un poco en la soledad, en el desprecio por ti mismo y tu autoestima se va al foso. 

Si te quedas callado para no hundirte en esa masa que te traga, te conviertes en una piedra con la que todos chocan, sin sonrisas, sin empatía, prácticamente te deshumanizas. 

Estás allí. Tratas de buscar ayuda pero no llega nadie. Al final te hundes, las arenas te tragan y aunque suene cruel, tienes que morir para volver a renacer, dejar todo atrás y comenzar de nuevo. Sino las sobras del pasado, las cicatrices de tanto intentar, no te dejarán vivir.