24 octubre, 2022

Oda a mi casa (Parte II)

En ese espacio pasé la mayor parte de mi adolescencia hasta que cambiamos a otro hogar, en ese viví el peor momento de mi vida y pasé por una etapa sumamente extraña. Entre sus paredes compartí con varios amores: uno que aún hoy a veces recuerdo entre nostalgia y otro que me destruyó en todo sentido.

Esa casa me permitió ser libre creativamente, me hizo amar al tenis como fanático y también allí nació mi cariño hacia los gatos. Aunque en ese espacio pasé gran parte de mi vida, aún no entiendo muy bien que pasó en esa etapa. Allí aún no sabía qué sería de mí como hombre, como ser humano o como un todo en general. 

Después de ese hogar abrí mis alas e intenté independizarme, lejos de mi mamá, de mi hermana pequeña y con ese amor que al principio parecía cariño y luego me destruyó. En esa pequeña casa también conocí la conexión más pura y verdadera: llegó Califernando, el gato que está a mi lado mientras escribo esto. Tuve mis propios bienes materiales: un auto, un tv, una nevera, era una gente grande como siempre me decían mis padres cuando era niño.

Fue una temporada de dos años bastante extraña. Un declive completo en lo amoroso y a la deriva en muchas otras cosas. No todo está dicho ni solucionado, pensaba cada día al despertar bajo ese techo. Allí aprendí que nada es seguro en esta vida. 

Luego volví a la casa de la que me fui para independizarme. Ahora completamente distinto. Sin mi mamá, sin mi hermana pequeña, sin la primera gata de la familia. Estaba solo. Fue una época de apariencias, de intentar remar contra la corriente y de tomar decisiones. Ese fue el momento en que me llevó a donde estoy hoy. Si no es ahora cuándo, dije ese día cuando partí a otro país. 

20 octubre, 2022

Oda a mi casa (Parte I)


Hogar es el lugar donde te sientes feliz, tranquilo y en paz. Es simplemente ese rincón en el que te abstraes de todo y alcanzas la plenitud.

También nos han enseñado que una casa es un hogar, donde toda la familia duerme y pasa tiempo unida. He tenido al menos seis en mi vida, unas más llamativas que otras, pero todas dejaron recuerdos profundos. 

Cómo olvidar aquel largo pasillo por el que corría cuando pequeño, iluminado por los rayos del sol que se filtraban a través de las ventanas cada tarde y le daban un toque lúgubre al cuadro que muchos años después caí en cuenta que era una copia de la Monalisa.

Entre las paredes de su baño también conocí el cuerpo femenino, ella se bajaba los pantalones y yo hacía lo mismo, luego en medio de la inocencia de la infancia salíamos corriendo a jugar para escondernos detrás del mueble. Allí en esa casa, aprendí a leer. 

Durante esos años también tenía otro hogar, aunque de ese recuerdo muy poco. Solo sé que vivíamos en el segundo piso, que entre los vecinos tenía un amigo con el que me comunicaba de manera rudimentaria: una bolsa de plástico, una cuerda y teníamos un ascensor improvisado para enviarnos mensajes. Allí aprendí a jugar con los videojuegos. 

El tercer hogar fue el que cambió mi vida. En ese me convertí un hombre durante una tarde de Viernes Santo. Desde sus ventanas podía observar gran parte de la ciudad, las faldas de su montaña y así supe, desde un piso once, que no sufría de vertigo. 

Bajo su techo me enteré de que mi papá moriría más pronto de lo esperado. Entre sus paredes tuve episodios del adolescente rebelde y agresivo, esos de los que te arrepientes toda la vida. En ese hogar conocí la amistad, la traición y aún, sueño con su sala de estar, su balcón y sus habitaciones. Como me gustaría volver al menos una vez más. Allí se quedó mi juventud. 

14 octubre, 2022

Cuando Blink 182 me hizo sentir de 16 otra vez


 "Esta canción es como haber tenido a un papá que se fue a buscar leche y cigarrillos y 20 años después, regresa a casa con tu dulce favorito..."

La música es como los olores, apenas escuchas un par de notas y comienzas a revivir momentos del pasado, recuerdas las personas que estaban a tu alrededor, lo que hacías en esa época, cómo te vestías, tus amores perdidos, es como tener un Delorean personal que no necesita un condensador de flujos para viajar en el tiempo, sino simplemente, una melodía. 

Y siempre me ha pasado eso, me ocurrió hace unos días cuando pude ver en vivo a Guns and Roses y casi, por escasos segundos, pude sentir que me iba en llanto al escuchar November Rain y hoy, me ocurrió de nuevo con el regreso de la formación original de Blink 182, y al estar solo en casa, dejé que mis lágrimas corrieran libremente. 

Me sentí joven nuevamente, recordé cuando en mi casa que ahora está muy lejos, tocaba a todo dar mi guitarra eléctrica mientras mi papá me decía que no tenía ningún tipo de gusto musical, o las veces que podía escuchar las canciones favoritas en el colegio en mi discman último modelo. 

Hay poder en la música, no solo es potencia, arte, energía, es magia que se te queda pegada al cuerpo por toda una vida y por eso, la comparto con quien sea, porque sé que cuando escuche esa canción que una vez le recomendé, podré vivir nuevamente al menos en sus recuerdos.


10 octubre, 2022

Momentos


Las últimas como las primeras veces siempre traen consigo complicaciones indeseadas. Resulta difícil prepararse para todo lo que podría suceder.

Y ese tal vez es uno de mis mayores miedos que surgen cuando quiero iniciar o terminar un proyecto, una canción, una relación, lo que sea.

Me congelo y no sé qué pensar, no sé qué decir o qué paso dar. Me siento agobiado, paralizado y mi mente comienza a generar un sin fin de posibles resultados, generalmente todos negativos. Por eso a veces digo que, esa es la razón por la que hoy estoy aquí. 

Tantas oportunidades perdidas, tantos momentos que pudieron ser y no fueron, esos sentimientos y placeres que quedaron desvaneciéndose en un océano de olvido porque yo, y tal vez la otra persona, no se atrevieron a decir lo justo en el momento adecuado. 

¿Hay que olvidarse de todo ello o tratar de recuperarlos? 

03 octubre, 2022

El sueño



Sabía que era un sueño pero ahí estábamos. Cuatro personas en un elevador conversando, a mi alrededor dos desconocidos que al parecer eran mis amigos en ese multiverso y frente a mí, la chica que me hacía feliz en los últimos meses. 

Todos íbamos a la misma fiesta, alguien había decidido casarse. Ella llevaba un vestido negro pegado al cuerpo y yo una chaqueta oscura y pantalones a juego. 

Mientras el ascensor ascendía a su destino, conversábamos animadamente y cuando se abrieron las puertas, ella salió rápidamente, me miró y fue a buscar a sus amigos. Yo me quedé allí junto a nuestros acompañantes, me invitaron a visitar un rato la ciudad que no conocíamos con la promesa de volver a la fiesta lo más pronto posible. 

Las puertas del elevador se cerraron, no me dió tiempo de avisarle a mi chica y comenzamos el descenso. A medida que iban cambiando los números, mi pesar iba creciendo porque quería estar con ella, no me gustaba alejarme de su lado y menos sin avisarle. 

Mis amigos iban animados, yo al contrario estaba cada vez más pensativo. Al salir del ascensor y ya en el portal del edificio, confirmé mis sospechas: no quería dejar a mi chica y menos por un momento de diversión que probablemente podría repetir en otro momento. 

Corrí en mi ruta de regreso. Hice fila en otro elevador, subí al salón de fiestas por un ala contraria del edificio y al llegar a mi destino ella estaba ahí, como siempre: sonriente y feliz, un tanto extrañada de mi tardanza si yo iba detrás de ella.

En ese momento desperté y supe que realmente la quería, que el sueño me había dado la señal más importante: que a su lado todo estaba bien y lo demás no importaba.