30 mayo, 2020

Surreal


Caminar sin rumbo, 
Esperar el final,

Sentir que vas dando tumbos, 
Sin saber dónde vas, 

Encuentras el camino,
El lugar que esperabas, 

Allí eres feliz, hay alegría,
Parece que fuera surreal,

Te quedas, es tu nuevo hogar,
Lo sabes, allí te vas a quedar

28 mayo, 2020

"I can't breathe": el racismo sigue asfixiando a América


Hace seis años un policía blanco mataba a un ciudadano afroamericano, Eric Garner, aplicándole una llave de estrangulamiento por el simple hecho de estar en la calle vendiendo cigarrillos de manera ilegal.

Murió por falta de oxigeno y sus gritos pidiendo ayuda: "I can´t breathe", le dieron la vuelta al mundo y causaron una revuelta social que duró semanas; la ira de la comunidad negra estalló luego que un jurado declarara inocente al funcionario de policía, David Pantaleo.

Pantaleo fue despedido de la Policía de Nueva York en 2019, lo que debió servir de ejemplo para otros policías en la misma situación, pero aparentemente, la vida no es así: en mayo de 2020 se repite un caso similar que vuelve a evidenciar el racismo que existe entre los cuerpos policiales de Estados Unidos.

George Floyd, un afroamericano de unos 40 años residente en Minneapolis, fue puesto bajo custodia por un policía blanco que decidió controlar la situación sujetándolo con su rodilla justo detrás del cuello y presionándolo contra el pavimento. Su único delito: presuntamente intentar pagar en una tienda con un billete falso de 20 dólares, no estaba armado y de acuerdo al material audiovisual, no representaba una amenaza para la policía.

Floyd exigía que lo soltaran, que no podía respirar (I can't breathe), incluso testigos que grabaron el hecho alertaron a los policías que se notaba que algo malo ocurría, pero no hubo ningún tipo de respuesta. Minutos después, Floyd fue trasladado inconsciente al hospital donde falleció.

No hay duda que Estados Unidos es la nación más poderosa del mundo. Tiene potencia militar, invade países a su antojo, controla a través de sus agencias a varios organismos del orbe, hace y deshace a medida que avanza su política tanto interna como externa. 

Son un ejemplo a seguir de constancia y eficacia, no les importa qué deben hacer para cumplir sus objetivos. De cierto modo esto es necesario para ampliar la agenda geopolítica de un Gobierno pero, ¿hace falta también aplicarlo a sus ciudadanos?

Deportistas, actores y personalidades han fustigado la actuación policial. Will Smith comentó algo muy cierto sobre el caso: el racismo no está empeorando, es que ahora se está grabando. Le Bron James, estrella de baloncesto, publicó en su Instagram una foto vistiendo una camiseta con el mensaje "I can't breathe".

¿Hay alguna diferencia entre Eric Garner y George Floyd? Ninguna. Estaban en el lugar equivocado, en el momento equivocado y se tuvieron que enfrentar con la cara más oscura del Tío Sam, esa que tratan de mantener oculta, en las sombras y archivada entre montañas de decisiones judiciales.

Hoy tenemos la ventaja de que todo se puede grabar, compartir y difundir inmediatamente por todo el mundo. Garner y Floyd quedarán como un hito negativo de todo lo que está mal en la sociedad americana.

Cuando escuchas a alguien pedir ayuda, se supone que tienes que ayudar, ¿no debería ser así?

27 mayo, 2020

Nuestras historias


Siempre me he preguntado qué pasaría si te dijera todo lo que hice, lo que he hecho. Si lo supieras, ¿Te atreverías a salir con alguien como yo?

Sé que sería difícil si conocieras mi historia palabra por palabra, detalle a detalle, los secretos más oscuros, ¿En serio te atreverías a estar con alguien como yo? Te daría toda mi historia para que tomaras tu decisión.

Sé que ya no somos tan jóvenes, que estamos cansados de tomar riesgos, por eso te lo digo. Aunque conociéndote, probablemente me dirás que no importa lo que haya pasado, que tú también has escuchado muchas historias de fracasos, de sueños, de tristezas y que eso no llevó a ningún lado.

Probablemente me dirás que nos arriesguemos al menos por un día, un día en el que no nos importe nada ni nadie. Que no nos importen los jóvenes, los viejos, las personas, solo tú y yo para hablar de nosotros, de nuestras historias.

Y no importa lo que hagamos, lo que vayamos a conversar. Porque el miedo está latente cuando llegas a tener cierta conversación, todos se asustan y deciden desaparecer. ¿Harás eso conmigo?

Algunos ya se han ido al conocer todo lo que tengo que decir, pero sé que tú no, que lo que buscas es que hablemos de ti y de mi, de nuestros fracasos, sueños y tristezas. ¿Te atreverías a salir con alguien como yo?

Relato escrito inspirándome en la canción "Young Folks" de Peter, Bjorn and John

26 mayo, 2020

Las preguntas de rigor


Nos conocemos verdaderamente luego de un orgasmo. Cada persona actúa de manera diferente.

Algunos ríen a carcajadas, probablemente maravillados del milagroso efecto de un mete y saca, de las sensaciones producidas por un movimiento de caderas y el roce de pieles lubricadas por el intercambio de fluidos.

Otros se dedican a dormir, descansando plácidamente como si hubieran ejecutado una complicada tarea, extenuante, difícil pero con gratos resultados.

También existen los curiosos, esos que comienzan una encuesta de satisfacción al cliente para probablemente, mejorar el desempeño a futuro. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Quién/Qué?, son las preguntas más comunes para formarse una historia mental: fracaso rotundo o éxito repetible.

Y están los que terminan sintiéndose dueños del mundo. Se levantan aún desnudos, se contonean por la habitación y hacen lo que más les gusta. Tocan guitarra, otros fuman, observan por la ventana y luego con una mirada seductora, hacen la pregunta de rigor: ¿Qué tal?

Ellos saben la respuesta pero quieren que la reafirmen, así alimentan su ego y tienen de nuevo un orgasmo intelectual, personal, silencioso e íntimo.

Al final todos nos movemos hacia eso, una gratificación carnal que nos alimente y nos haga sentirnos únicos, irrepetibles, deseables y perfectos, tanto por fuera como por dentro.

25 mayo, 2020

Película: "París, Texas" (1984); escapar para encontrarnos a nosotros mismos


Año: 1984
Duración: 144 min.
País: Alemania
Dirigida por Wim Wenders
Reparto: Harry Dean Stanton, Nastassja Kinski, Dean Stockwell, Aurore Clément, Hunter Carson, Bernhard Wicki

Sinópsis: Un hombre camina por el desierto de Texas sin recordar quién es. Su hermano lo busca e intenta que recuerde cómo era su vida cuatro años antes, cuando abandonó a su mujer y a su hijo. A medida que va recuperando la memoria y se relaciona con personas de su pasado, se plantea la necesidad de rehacer su vida.

Escapar, esa es la clave. Hay días en los que queremos escapar de nosotros mismos, de nuestras culpas, de nuestros remordimientos, del pasado que nos acecha como unos lobos a su presa. Ese es el motivo que da origen a toda la trama de "París, Texas", con un protagonista que al parecer ha estado caminando sin motivos por mucho tiempo en el desierto.

Esa es la explicación sencilla, la que probablemente muchos encontrarán al inicio de la película. Pero  no luce tan simple, es como la vida, parece fácil pero no lo es. Encerrarnos en nosotros mismos en un viaje sin retorno aparente, parece la opción más acertada.

Como Travis, el personaje principal, muchas veces he comenzado a caminar para intentar que el cansancio apague mi mente. Como aquella vez en que luego de una ruptura amorosa, salí a la calle y caminé casi 10 kilómetros por más de dos horas. Al llegar a mi destino no sabía cómo lo había hecho, mis pies cansados eran lo único que dominaban mi mente.

Travis es un protagonista que pareciera escrito para reflejar a nuestros miedos, inseguridades, esos momentos en los que somos como un niño inocente que no sabe cuál es el final del recorrido. Su relación con un hijo que llega a recuperar, es tan real y fraternal que saca lágrimas.

Una escena en la película y que también estuvo en mi vida, fue cuando padre e hijo caminan, cada uno en una calzada, haciendo pantomimas para reír y ser felices. Cuando tenía unos nueve años, mi papá me buscaba en el colegio y luego me llevaba a su oficina, un mundo que para mí era un universo inexplorado, gigante y que me llenaba de sueños, porque allí todos lo conocían y lo miraban con gracia, simpatía y amabilidad, cada día terminaba conmigo imaginando que en un futuro sería como él.

Nací en 1984, en el mismo año en que Travis estaba hablando sobre su desamor en la gran pantalla, y me pareció increíble que describiera tan perfectamente una relación de pareja que yo mismo tendría 31 años después. Luchando por más de dos años por ganarme el cariño de alguien que en si misma solo quería escapar, desaparecer y dejar todo atrás sin importarle nada.

"París, Texas" de cierto modo es un reflejo de mi existencia, de mi manera de ser callada, reflexiva, a veces muda y otras juguetona como si fuera un niño soñador con metas irrealizables.

Al final, eso es lo que ocurre cuando vemos películas, historias imaginarias tan perfectas que no importa cuando fueron creadas o estrenadas, siempre reflejarán nuestras emociones, errores y sueños a tal punto que terminaremos siendo los protagonistas de la trama.

22 mayo, 2020

Errores, temores, amores



He cargado con mis errores, 
ocultándolos, admitiéndolos,
pesados como equipaje,
que me acompañan en este viaje.

He cargado con mis temores,
odiándolos, abrazándolos, 
salvajes como un animal herido, 
que me han atacado, me han dolido

He cargado con mis amores, 
efímeros, sútiles, 
ligeros como una ilusión,
que me han hecho soñar con el corazón

He cargado con errores, 
con mis temores, con mis amores,
me hacen vivir, me hacen sufrir, 
de eso se trata eso que llaman sentir

19 mayo, 2020

Playa infinita


Abrí los ojos. Pude reconocer al instante el murmullo característico de las olas, una gaviota pasó sobre mí dándome los buenos días. El sol ya se había levantado y lo supe porque noté que mi piel estaba caliente, probablemente tostada.

A pesar que las olas me arrullaban y el clima estaba perfecto para quedarse en cama, la curiosidad fue más fuerte. Necesitaba saber por qué había despertado en esa playa. Me rasqué los ojos, miré al cielo una última vez y me senté.

La playa era infinita, no se veía su final y lo más increíble era que a mi alrededor había miles de camas iguales a la mía. Confundido, curioso, puse los pies en la arena. Sí, la playa era real. A mis espaldas las olas continuaban su danza imparable y no entendí en ese momento, pero unos perros aguardaban en la orilla.

Me levanté. Caminé entre las camas. Sobre cada una de ellas, un detalle de mi vida. El triciclo que me regalaron cuando tenía unos tres años. Mi anillo de graduación de la universidad que perdí quién sabe dónde. El reloj de mi papá. La franelilla que jamás regalé. Un plato de pasta con atún.

La tristeza me invadió. Eran recuerdos dolorosos. Comencé a correr entre las camas. Cada vez habían más y más detalles. Al final caí de rodillas en la arena, llorando, tratando de escapar de esa playa infinita. Miré al agua, ¿podría ahogarme?, pero en ese instante entendí por qué los perros estaban allí: rápidamente se pusieron en guardia, amenazando con sus colmillos afilados.

Volví a mi sitio. Ubiqué una cama vacía y me volví a acostar. Decidí que tenía que quedarme allí para siempre, convivir con los recuerdos dolorosos interminables, pero que si aprendía a tolerar, no me harían daño sino que serían solo un adorno en esa playa infinita.

16 mayo, 2020

Entendimiento y cariño


Cuando veo la inmensidad del horizonte me siento inseguro, perdido e incluso temeroso porque pienso que no he logrado todo lo que imaginaba que iba a obtener cuando vi por primera vez la majestuosidad de la ciudad.

Al estar allí, en la ventana, trato de dejarme llevar pero siempre termino pensando en nostalgia, en miedos y tristezas.

Y sé que por eso, en esos días, mi compañero, mi hijo adoptivo, Califernando, que ha estado a mi lado por casi cinco años, se acerca para darme apoyo.

Se acerca sigilosamente a olfatear, mirarme, casi me habla y luego, él también observa todo lo que nos rodea. Puedo sentir su deseo de descubrir, explorar y también su profundo temor por lo desconocido, por un mundo para el que nació preparado pero en el que no tenía muchas oportunidades.

Él y yo somos uno, a veces somos dos, pero nos compaginamos perfectamente porque en silencio nos entendemos, sabemos lo que nos atemoriza y lo que nos gusta. Porque de eso se trata una amistad, el amor, una familia, una pareja, una relación o cualquier cosa que te llega al corazón: de entendimiento, amistad y cariño sin esperar nada a cambio.

13 mayo, 2020

De a poquito


Nos venden la vida como algo grande, inmenso, provechoso, gigante. Una apoteosis de experiencias que nos llevan a la felicidad, al paraíso, a lo soñado.

Esos "vendedores" son los que van planeando a futuro, imaginando cómo serán de acá a una semana, un mes, un año, una década. Como si lo más importante fuera lo que viene, lo desconocido. 

Pero que distinto es cuando vives de a "poquito". Aprecias el aleteo de una mariposa, el murmullo del viento que pasa entre las ventanas mal cerradas, cuando el gato pestañea adormilado o el pequeño maullido cuando bosteza, la sonrisa que te brinda una visita inesperada, miradas furtivas al conocer a una persona, las notas de una canción o cuando te dicen "tengo miedo" porque no se sabe qué podrá pasar.

De a "poquito" se siente una conexión con una realidad que va más allá de lo que sentimos. Es como cuando escuchas detenidamente el palpitar de un corazón que no es el tuyo, un detalle que vale la pena vivir porque parece que congelara el tiempo.

Quedas suspendido en un placer indescriptible, en un nirvana emocional del que no quieres salir ni escapar, solo quedarte allí gozando de una emoción que deseas que perdure para siempre, eterna e idéntica en todo sentido.

Los "poquitos" son más y nos enseñan a apreciar la belleza de lo humilde, lo sencillo y lo simple que es, puede y debe ser la verdadera felicidad. 

12 mayo, 2020

Película: "The Lobster" (2015), compromisos y ataduras a favor de cada quien




Año: 2015
Duración: 118 min.
País: Grecia
Dirigida por Yorgos Lanthimos
Reparto: Colin Farrell, Rachel Weisz, Jessica Barden, Olivia Colman, Léa Seydoux

Sinópsis: Narra una historia de amor no convencional, ambientada en un mundo distópico, en el que según las reglas establecidas, los solteros son arrestados y enviados a un lugar donde tienen que encontrar pareja en un plazo de 45 días. El tema central es la soledad, el temor a morir solo, a vivir solo, y también al temor a vivir con alguien.

Cuando llegas a un punto de tu vida donde no tienes nada que perder, eres capaz de aceptar lo primero que te ofrecen. Eso es lo interesante del papel que interpreta Colin Farrel en "The Lobster".

Acorralado por la sociedad intenta de una vez por todas encontrar el amor, una compañera, y si no lo logra, permitirá que lo conviertan en un animal.

Y quién no se ha sentido así, siempre me pasa cuando me despierto cada día en mi cama y ya no sé qué más hacer para lograr lo que quiero.

Intento de mil maneras y con distintas artimañas captar el amor de alguien, bien sea haciéndome el malo, el insensible, el osado, el cariñoso, pero cuando la relación o amistad fracasa termino convertido en algo peor que un animal. Lamentandome viendo cómo cambié e intenté mejorar, pero nadie se dió cuenta.

Es lo mismo que le sucede al personaje de Colin, cuando a costa de conseguir una pareja, pierde a un compañero, su hermano, y allí es el punto de partida para que no le importe nada y decida aislarse en una especie de tribu social.

Lo entiendo. Después de tantos fracasos me he sumergido en mi propio espacio donde todos me aceptan, me entienden y bajo ciertas normas, se puede ser feliz. Pero eso también ha sido un error, porque termino formando parte de algo que al final me convierte en algo que no soy.

Entonces vuelvo al punto de partida, donde  la sociedad y los compromisos son ataduras que cada uno interpreta a su favor. Termino aislado, sin nadie, pero a la vez huyendo de todo lo que al final no me da seguridad, ni certezas.

En "The Lobster" se refleja cómo tantas veces lo intenté, casi lo conseguí pero culmino escapando, arrepentido de mis decisiones y dejando atrás lo que quería, porque no es necesario que me conviertan en animal para entender lo que ocurre, que en mi mente está la verdadera causa del por qué no he logrado ser feliz y por ello debo estar solo.

11 mayo, 2020

Muchos días más


Toda la vida estuvo esperando ese momento. Ahora que estaba allí, no lo podía creer. Era una sensación indescriptible.

Dormida sobre la hoja podía ver toda la ciudad. Por primera vez tenía la oportunidad de observar los edificios, las calles, los autos pasar, el cielo, el sol y el paso del viento a través de su cuerpo transparente.

La planta no se movía, no hablaba, pero ella sabía que su presencia allí le gustaba a ese ser viviente de tallos marrones, rincones verdes y un olor penetrante a naturaleza y tierra mojada.

La gota era feliz, sabía que al igual de rápido como había llegado al mundo se iría. Tal vez por un proceso de evaporación o que la mata, sin saberlo, la devoraría lentamente.

Pero allí se quería quedar. Desde que nació, en ese momento en que abrieron el grifo, entendió que la vida sencilla, inesperada y fugaz también puede dejar su huella en el tiempo.

Al evaporarse se despidió del mundo sabiendo que gracias a ella, la planta había crecido mucho más, sana, fuerte y dispuesta a sobrevivir muchos días más.

10 mayo, 2020

El limbo


Desperté sobresaltado. Solo recordaba el sonido del disparo y el fogonazo frente a mis ojos, aparentemente, como había pasado en muchas oportunidades, había soñado que me suicidaba.

Me levanté de la cama con el mismo ritual de siempre. Primero el baño, donde noté que el espejo me devolvía un reflejo pálido y joven, seguramente por el estrés de la pesadilla.

Luego fui a la cocina, tomé un poco de cereal y después me vestí con lo primero que alcancé en el armario. El mundo afuera estaba silencioso, demasiado para mi gusto. Y aunque era temprano, el sol brillaba como un farol blanco gigantesco.

Al salir a la calle entendí por qué no escuchaba movimiento desde mi departamento, todo estaba desierto. Las calles vacías, sin autos, sin gente, sin perros callejeros, la ciudad parecía de otro planeta. Miré a los lados, arriba, abajo y allí pude saber por qué no había nada: estaba aún dentro de la pesadilla, el suelo era agua e iba descalzo.

Caminaba por las avenidas que todos los días recorría, era increíble la paz que sentía. El cielo era más azul, el sol seguía brillando pero no quemaba y en el aire se sentía un aroma a flores, a jazmín.

Seguía andando sobre el agua, me dirigía a mi trabajo, quería ver mi oficina sin ninguna persona. Crucé parques, anduve por los vagones del subterráneo vacío, fui al café donde todos los días descansaba en las mañanas, era perfecto, todo en paz y calma.

A unos 100 metros de la puerta de la torre de oficinas donde había pasado mis últimos cinco años de vida, pude ver la silueta de otra persona. A medida que me acercaba lo reconocí: un poco encorbado, su pelo gris, apoyado de un bastón y con un chal gris desvencijado.

Corrí hacia él. Después de 16 años volvía a encontrarme con mi papá y podía verlo caminando, ya la silla de ruedas no existía. Lo miré, me observó y nos abrazamos. Me habló, no le entendía, no quería entenderle, solo quería sentir su calor paterno.

Finalmente escuché lo que me decía: ¡No quería que fuera así, debiste esperar para estar juntos!, no comprendía lo que me decía pero pude ver que lloraba mientras tomaba mi mano y me llevaba a la puerta de la torre de oficinas.

A medida que caminabamos juntos, todo se iba desvaneciendo a nuestras espaldas. Supuse que ya iba a despertar, pero no quería. Mi papá seguía repitiendo que era muy temprano para estar juntos. Soltó mi mano y me señaló que viera por la puerta de entrada a la torre.

Intenté cruzarla, entrar al edificio pero no pude. Al asomarme recordé de nuevo el disparo, el olor a polvora y el fogonazo ante mis ojos. A través del vidrio pude ver a todos mis conocidos llorando alrededor de un ataúd y sobre él, mi foto.

En ese momento todo desapareció, mi papá ya no estaba y quedé en el limbo. No había sido una pesadilla, estaba muerto y ahora no tenía un lugar dónde descansar.

Post inspirado en esta canción

09 mayo, 2020

Hacia lo infinito


Sobre mi cabeza la bóveda azul. Bajo mis pies la tierra fangosa, espesa, complicada para caminarla. Frente a mí, un camino infinito hacia lo incierto. 

El sol quemaba mi piel, mi corazón latía incesantemente y mi boca ansiaba al menos unas gotas de agua. No sé por qué lo intentaba, sabía que al final de esa lengua de tierra no existía nada, solo lo incierto.

A cada paso me hundía más, pero quería continuar, la esperanza de conseguir un propósito me mantenía en pie. El sol seguía quemando, aunque ahora oculto tras unas nubes suaves, como pintadas por algún ser milagroso que las colocó allí para que el calor no me matara. 

Uno, dos, tres pasos, cada uno que daba eran centímetros más hacia abajo. Ya no me movía, de la cintura para abajo estaba enterrado. Ahora lo intentaba con mis manos, sabía que quedaba vida en mi porque sentía la tierra en los dedos de mis pies. 

Miraba el cielo, lo infinito y sabía que debía insistir. Poco a poco me seguí hundiendo hasta que la tierra entró por mi boca, mi nariz y como un atardecer, mis ojos se fueron cerrando ante un horizonte incierto.

Solo quedó silencio, mis cabellos sobresaliendo de la tierra y mi mente aún encendida, pensé que tal vez ese era mi motivo de vida, quedar allí sembrado, esperando por una lluvia que tal vez me hiciera renacer de mis pies, de mi cuerpo, como un árbol de carne y hueso.

08 mayo, 2020

Dios, la garrapata y Fight Club


Cuando veo el mundo desde mi ventana siento un cúmulo de sensaciones increíbles. Todo depende de mi ánimo, aunque confieso que en los últimos meses no tengo muchas variaciones. Solo tres.

Al estar feliz me invade la soberbia, porque hay que admitirlo, todos somos una mixtura de pecados capitales caminando entre los demás mortales.

Observo las calles, la gente desplazándose como hormigas, los carros que se mueven como si fueran de juguete y me siento como Dios, dueño del mundo mirando hacia abajo: orgulloso, detallista y extasiado por tan maravillosa creación que sucedió en apenas siete días.

Pero esas ganas de ser Dios me pasan muy rápido y son reemplazadas por estrés, por ansiedad y ganas de saltar por la ventana. Los ruidos de las construcciones aledañas, de las ambulancias que pasan aceleradas, sumados a todo lo que procesa mi mente, eso me pone en tensión y me siento como una garrapata luchando entre los pelos del perro para salir airoso y sobrevivir en una selva desconocida.

Luego al llegar la nostalgia, porque también tengo algo de corazón y sentimientos, quisiera ver el mundo arder, que se borrara todo de un zarpazo para resetear mi mente y comenzar de nuevo. Ante mis ojos los edificios arden, estallan, se derrumban, es como una demolición controlada.

Estoy en la ventana observando ese final apocalíptico, como Tyler Durden al término de Fight Club, y me doy cuenta que ella sujeta mi mano. Acompañándome, comprendiendo lo que pasa por mi mente y aunque me apoya, sabe que el mundo debería destruirse, miro sus ojos y están llenos de anhelos, de cariños, de futuro, de incertidumbre y llego a pensar que hay esperanza.

La sujeto más fuerte, la pego hacia mi cuerpo y aunque no hay nada cierto, me digo que tal vez pronto todo podrá estar mejor y el mundo puede nacer de nuevo para volver a empezar.

07 mayo, 2020

Califernando y los helicópteros


Los días de Califernando son como los de un gatito común y corriente. Día y noche son para dormir, con algunos momentos de distracciones y pedirle algo de atención a su papá con un suave ¡Miau!.

De la cama al mueble. Del mueble a la cama. De la cama al armario. Del armario a la tina. De la tina al mueble. Del mueble a la mesa. De la mesa a la cocina. De la cocina al fregadero, que si está abierto, da el agua más fresca, fría y exquisita.

Aunque pueden parecer aburridos, su papá le da amor. Juega con él. Lo acuesta entre sus piernas para acariciar su pelo. Lo carga para ver por la ventana y en esos moomentos, cuando Califernando ve el inmenso cielo azul ocurre algo especial que lo pone alerta, lo despierta y lo hace apoyarse de la ventana en sus dos patitas.

A veces pasa un helicóptero y a Califernando le parece un ser increíble. Batiendo sus alas, el ruido que hace, flotando de acá para allá, parece un pájaro gigante.

Califernando siente su energía y corre como un niño por toda la casa: de la ventana del balcón a la ventana del cuarto, se monta en la cama para ver mejor, luego se monta en la pared con sus dos patitas, quiere ver más, casi que le pide a su papá que le compre uno.

Cuando el helicóptero desaparece Califernando queda alerta, sabe que de un momento a otro volverá a pasar para darle más diversión. Y si no regresa, decide quedarse dormido panza arriba mientras le pide a su papá más caricias.

04 mayo, 2020

Sin decirlo



Te quiero sin decirlo,
Sin expresarlo, sin hablarlo,
Sé que te causa molestia, 
Pero a veces es mejor la modestia,

Te quiero sin decirlo,
Aunque no me cuesta admitirlo,
Te lo expreso con caricias, gestos,
¿Acaso de eso no se trata todo esto?

Te quiero sin decirlo,
Disculpa por repetirlo, 
Te lo digo al besarte con ojos abiertos,
Porque así se disfrutan los momentos,

Te quiero sin decirlo,
No sé a qué atribuirlo,
O tal vez sí, tal vez no, 
Te quiero, sé que debo decirlo