31 enero, 2012

...Con los cinco sentidos...

En esta oportunidad te escribo con mil preguntas en la cabeza, no puedo negarte que el efecto que causas en mi es contradictorio; unos días pienso que eres tan bella como una de esas mujeres imposibles de alcanzar y en otras oportunidades me pareces horrorosa; creo que de eso se trata una relación; una serie de cuestionamientos y dudas que te llevan a un solo fin: tolerar los defectos, descubrir los detalles y alcanzar un todo, esa unión de elementos que desaten la pasión, la locura, la cordura y finalmente el amor.
Por eso que causas en mi, me he llegado a preguntar si podría llegar a quererte e incluso si pudiera tener tu permiso para tener la dicha de amarte, así como se aman un hombre y una mujer; no solo con el cuerpo sino con los cinco sentidos.

Primero quisiera enamorarme a través de la mirada, porque es cierto lo que muchos dicen que el enamoramiento empieza por los ojos; tu sencillez, el color de tu piel, el negro de tu cabello, hasta tu cuerpo un poco pasado de peso me resultan atractivos y fueron los primeros detalles que me lograron capturar. Por eso, aunque no lo sepas, siempre que tengo la oportunidad trato de desviar mi mirada hacia ti; para detallarte y decirte, si es que tengo la valentía, ¡que arreglada estás hoy!.

Después quiero llenarme de tu olor, esa suave fragancia que siempre tienes pegada a tu cuerpo. No sé como describirla: ¿un jardín, una montaña, una selva o un bosque?, me gustaría saber qué aroma es ese que me hace imaginar millones de cosas perfectas, ese aroma que traslada mi mente a un lugar feliz y al que solo quisiera ir contigo, con más nadie, solo tú y yo.

¿Y qué me dices de conquistarnos con el oído?... sí, lo sé; casi nunca tenemos la oportunidad de hablarnos y además yo soy un mudo irremediable, a través de mi escritura es que realmente sé cómo decir las cosas. Si pudiera, y tuviera el valor de dirigirte la palabra, te invitaría a sentarte junto a mi para contarte todos mis sueños, mis logros, mis temores, mi pasado, mi presente y mi futuro, incluso mis locuras podrían llegar a tus oídos para que me entendieras un poco más.

Para conocerte con el resto de los sentidos, sí necesitaría que me dieras al menos un chance. Escasamente he tenido la oportunidad de tocarte, me cuesta besarte en la mejilla y muy poco puedo estar cerca de ti. Sin embargo, por lo que he visto, tu piel debe ser muy suave, tu cuerpo debe ser divertido de palpar y tus rincones deben guardar mil y un secretos que están esperando para ser descubiertos por mis manos.

Luego me gustaría saborearte, no como un plato de pasta, o un caramelo o un refresco; quisiera probarte con un beso en los labios. Sin embargo, ya me estoy adelantando demasiado a la realidad y para cumplir con esto primero debo lograr conquistarte y que te des cuenta que nada es un juego, que simplemente, quiero tener la oportunidad de disfrutar lo que eres y de lo que muchos no se dan cuenta.

11 enero, 2012

...Juego del Destino...

Uno de mis mayores temores se materializó esta noche. Mientras me veía al espejo, logré observar a mi verdadero yo.

Mi cara estaba totalmente deforme; una cicatriz cubría mi boca, mis ojos eran dos huecos profundos, mis pómulos estaban desgarrados y parte de mi cabello no estaba. Mis dientes eran inexistentes y mis orejas, al parecer, habían sido arrancadas. Todo era una imagen de piel chamuscada.

Quise gritar aterrorizado, pero nada salía de mis cuerdas vocales. Busqué la manera de expresarme, pero mi lengua estaba cortada por la mitad. Pensé que todo era una mala pasada, un espejismo; traté de tocar mi cara con mis manos y mi piel se despedazaba como las escamas del cuerpo de un pez.

Golpee el espejo buscando desaparecer mi imagen pero fue peor, sentía que aún mi deformidad estaba allí. Por ello, decidí acabar con mi vida. Tomé un gran trozo del vidrio que hice pedazos, lo coloqué cerca de mi cuello, lo hundí en mis venas y lo giré de lado a lado. Poco a poco la sangre fluyó, comencé a ahogarme con ese liquido espeso y morí.

Al día siguiente encontraron mi cadáver, lo único a mi alrededor era un espejo roto y, la causa de mi muerte, un gran corte en mi yugular. Mi cara estaba perfecta, el miedo me había engañado haciéndome ver a los demonios que habitaban en mi ser, todo fue el resultado de un juego macabro del destino.

07 enero, 2012

...En la faz de la tierra...


La tarde comenzaba a caer mientras el mar lentamente se tragaba aquella bola de fuego que cada día se levantaba sobre la tierra. Mientras tanto, ella estaba sentada a la orilla de la playa. Sus pies jugueteaban con el agua, su cuerpo estaba enrojecido por el sol y su mente, al parecer, se hundía poco a poco como lo estaba haciendo el sol en el océano.

Las olas que besaban la arena salpicaban sus dedos. Las gotas de agua salada parecían niños tímidos, se deslizaban por sus uñas lentamente sin tocar la piel, corrían poco a poco hasta caer al suelo. La chica estaba sumida en sus pensamientos, al fin se había vuelto a ver con su amante y se dio cuenta que no era lo suficientemente fuerte para dejarlo a un lado; ¿mala señal?, tal vez sí, tal vez no. 

El sonido del mar la relajaba, a pesar de ser como un rugido de un león dormido, siempre le causaba la sensación de estar metida dentro de una ola: sumergida en el agua, dejándose llevar por la corriente. Se levantó de su sitio y echó a andar a través de la playa. Como una bebe aprendiendo a caminar observaba todo en el suelo, miraba las conchas de caracoles, las piedras que brillaban con tonos rosa y los granos de arena, ¿cuántos habrán se preguntó?, tal vez miles de miles de millones solo en esa orilla.

Ya era de noche cuando seguía caminando, el sonido del agua era más fuerte y el astro rey fue reemplazado por una bola de nieve: la luna llena coronaba el cielo acompañada por pequeños pellizcos de luz, las estrellas que le daban un manto de diamantes a la playa. La chica se sintió maravillada por el paisaje, todo era perfecto y sus pensamientos estaban calmados, finalmente lo entendió todo.

La playa la ayudó a ordenar sus ideas y logró darse cuenta que, no era dependencia, sino que quería a su amante pero no podía decirlo, tendría que llevarse el secreto consigo. Así se decidió y comenzó a caminar al agua, poco a poco se fue sumergiendo hasta que no quedó nada de ella en la faz de la tierra. Simplemente el recuerdo de lo que un día fue y nunca más encontró.