22 abril, 2014

...Grata experiencia...

Estoy encerrado en una habitación oscura. Hay muchas puertas que bajo sí reflejan un nuevo mundo tras de ellas. Abro una, totalmente vacía. Abro otra, también vacía. Me desespero, las golpeo y no hay respuesta.

Abro con cuidado otra puerta. Hay un perro pequeño, parece un doberman enano. Me agacho para acariciarlo, es el único ser vivo que he visto en mucho tiempo. Lo toco, he cometido un error. Se ha convertido en un ser maligno. Es gigante. Me ladra y amenaza con sus dientes de diamante. 

Me muerde, me arranca las manos. Su cola es como un látigo que hace peligrar la habitación. De un solo bocado ese perro de fuego me introduce completamente en su boca. Trato de sostenerme de algo, pero siento que voy cayendo a su estómago. Confieso que caer por su lengua ha sido una experiencia extrema.

Siento su respiración que me succiona como un remolino en el agua. El camino hacia su interior es oscuro, fétido, terrorífico. Me zambullo rápidamente en su líquido estomacal. Parece un océano. No ha sido tan mal, comienzo a nadar, flotar, creo que podría vivir acá y buscar una isla para asentarme. 

Un momento, todo comienza a salir. El perro me está defecando. Doy vueltas y vueltas, las ondas que se forman parecen un WC cuando tiras de la palanca. Es increíble, he llegado a sus intestinos. Me atrapan y como los músculos de una serpiente, se contraen y se expanden para dirigirme al final de esa maraña musculosa, al culo. 

Veo la luz, me están defecando pero cualquiera podría creer que estoy naciendo. Primero salen mis pies, luego mi tronco y después mi cabeza. Estoy tirado en el piso, cuando siento que el perro ha terminado de cagar, lanzándome también mis manos. Me las coloco como un guante. 

El cuadrúpedo se ha convertido de nuevo en el animal que vi al principio en la habitación. Le doy una palmadita en la cabeza por tan grata experiencia, me levanto. Cierro la puerta tras de mi. Es hora de irme.

12 abril, 2014

...Dragones...



Voy caminando por la calle, tranquilamente camino por la calle desolada, es de noche y la luna ilumina mi espalda como el único farol presente en todo el planeta. Oigo un zumbido, una sombra gigante oculta todo y la oscuridad se hace presente.

 De repente un dragón me empieza a pisar, me pisa muy fuerte hasta volverme mierda, una bola de mierda, ¿pero qué mierda? Si los dragones vuelan, como me pisaría si ellos vuelan muy arriba, por qué se atrevería a fijarse en una cosa tan insignificante como yo, será que me odia.

Como decía, los dragones vuelan y los matan con las flechas, las flechas que disparan los caballeros de armadura que siempre cazan cerca de un lago, algunos se acercan tanto a su orilla que caen a sus aguas y los tiburones los mastican, esos que forman una danza de aletas, dientes filosos y golpes entre ellos.

Pero estos tiburones no viven mucho porque se fríen en la lava hirviente y solo sobreviven los peces de hierro, esos que llevan en sus genitales a personas microscópicas y por eso cuando se aparean entre ellos estas se unen hasta crear una nueva población.

05 abril, 2014

Kurt Cobain: 20 años que aún permanecen

Será que algunos mueren demasiado rápido o es que lo que nos quedamos no nos cansamos de extrañarlos. Una vida de 27 años puede parecer corta, realmente es así, pasa en un abrir y cerrar de ojos, un parpadeo con el que muchos han logrado construir un legado que perdura por siglos. 

Este 5 de abril de 2014 puede parecer una fecha común y corriente para muchos, una marca más en el calendario que rueda sin parar; sin embargo hay algo en este día que hace recordar a un tipo, que hace 20 años tomó una escopeta entre sus manos y se voló la cabeza, la mejor manera que encontró para salir de la vorágine de miedos, adicciones y agobio que lo perseguían como fantasmas. 

Kurt Cobain tendría ahora 47 años, seguramente sería un viejo fracasado, un poco obeso y con una guitarra al costado. Veo a esa estrella de rock pasada de años y me parece estar ante el reflejo de Elvis Presley y Axl Rose, leyendas que perdieron por culpa de la vida esa luz que los rodeaba en el escenario. 

Kurt prefirió evitar convertirse en eso, en el perdedor mayor, en el hazme reír de la industria musical, en un fantasma del sonido de Seattle y con el simple accionar del gatillo, abrió la cerradura para entrar al Olimpo de los músicos inolvidables y que se extrañan hoy. 

Él no lo sabía, pero con ese disparo auto infligido cambió la vida de toda una generación que aún lo recuerda con estilo desaliñado, sus gritos desgarradores con los que parecía decir ¡Coño, qué estoy haciendo!, sus guitarras destruidas en el medio del escenario o simplemente, su mirada perdida viendo fijamente en aquel lugar al que casi siempre iba con una simple dosis de heroína. 


Tenía miedo, se abstraía de ese mundo que a veces a muchos nos resulta pesado, oscuro, sucio y lleno de podredumbre que es difícil soportar. Eso fue su alimento para crear un laberinto sin salida e impulsar la bala que atravesó su cerebro el 5 de abril (fecha aproximada de su muerte) de 1994. 

Es triste que se haya ido tan temprano, pero a la vez fue su mayor logro. En cinco años hizo lo que tú, yo o el muchacho que se está drogando debajo de mi casa no hará en un buen tiempo, quedarse como un tatuaje en el pensamiento popular de los que hoy cantan sus canciones y toman una guitarra para imitarlo, tratando de descubrir cuál era su truco. 

No hubo trucos, era tan auténtico como un loco. Odiaba lo artificial, lo que se practicaba mucho y lo que se hacía tras mucho pensar. Odiaba el mundo, odiaba la música, odiaba la vida y sin saberlo, con todo ese odio, hizo que todos a su alrededor lo amaran y 20 años después, lo estén llorando y pidiendo que regrese.

Drain You | Una versión que pocos han visto y resume en casi 4 minutos
 lo que es, fué y será Kurt Cobain