05 abril, 2011

...Los "super actores" del cine y la Tv...




En la vida existen personas que a pesar de tener limitaciones logran cosechar éxitos que parecen imposibles y se convierten en ejemplo a seguir para grandes y chicos.

Esto sucede mayoritariamente en los deportes, como lo mencioné una vez en el post del video "Nike Courage", pero sin embargo, en todo ámbito de la sociedad se pueden observar distintos casos.

En esta oportunidad quiero darle un espacio en el blog a aquellos actores que sufren o sufrieron enfermedades, y aún así nos deleitan con sus papeles en la gran pantalla o los recordamos por lo que llegaron a ser, incluso a convertirse en iconos de la sociedad recordados generación tras generación.

Para estos profesionales de la actuación, el cáncer, Parkison, diabetes, síndrome de Down, parálisis de extremidades u otras extrañas afectaciones no son limitantes al momento de estar ante una cámara para hacer lo que saben hacer mejor, encarnar un personaje ficticio para cautivar a sus fanáticos.

En 1995, Christopher Reeve sufrió un accidente ecuestre que le provocó una fractura en las dos primeras vertebras cervicales, dejándolo paralizado casi totalmente. El actor, famoso por su papel en la saga de los años 70 de Superman comenzó así una nueva etapa en su vida.

Tal como su personaje más recordado, pudo sobreponerse como un hombre de acero a ciertas limitaciones recuperando la movilidad en una de sus manos y a pesar de estar en silla de ruedas siguió interpretando papeles para la pequeña pantalla, paralelamente a las actividades de su fundación para el estudio de las células madres en pro de encontrar curas para la parálisis ocasionada por fracturas de columna.

Reeve participó en el remake para TV de "The Rear Window", película dirigida en 1954 por el maestro del suspenso Alfred Hitchcock. El actor también participó en "Smallville", capítulos que tuvieron alto rating en Estados Unidos, y fue invitado a integrar el elenco de Plaza Sésamo.

También existen enfermedades menos graves que pueden cambiar drásticamente la vida de los actores. Halle Berry, ganadora del Oscar por su papel de Leticia Musgrove en "Monster´s Ball", descubrió su condición de diabética cuando rodaba en 1989 la serie para tv "Living Dolls" y sufrió un desmayo que la dejó en coma por una semana.

De acuerdo a una entrevista que ofreció para el "Daily Mail", pudo haber perdido las piernas por una afección que desconocía tener. Al salir de la sorpresa logró sobrellevar la enfermedad y hoy en día es una mujer exitosa de Hollywood.

Berry forma parte del Programa de Prevención de Diabetes en la Asociación Americana de Diabetes y es miembro de la Asociación Juvenil de la Diabetes, participando activamente como una persona modelo para los que sufren esta afección.

Para ella haber descubierto que estaba enferma, le permitió ajustar su dieta e interiorizar lo que ocurría, permitiéndole así ser libre en el set de grabación para pedir en cualquier momento unos segundos e inyectarse insulina. Hasta ahora esta afro americana sigue cosechando premios y deleitándonos con un hermoso cuerpo y una imagen de mujer fuerte, demostrando que querer es poder.

Actores de tv

En el mundo existen todo tipo de enfermedades, unas más graves que otras pero con una característica en común, afectan sin distingo de edad, sexo, raza o clase social.

Esto lo sabe muy bien Atticus Shaffer, actor conocido por su papel de Brick en la serie cómica "The Middle", donde interpreta al hijo de una familia extraña y disfuncional.
Shaffer de 12 años, padece una enfermedad congénita llamada Osteógenesis imperfecta, también conocida como "huesos de cristal". Los individuos que sufren de esta afección carecen de suficiente colágeno en el organismo, lo que provoca que la estructura osea sea débil y no se desarrolle como es debido.

Este niño ya ha tenido pequeñas participaciones en la película "Hancock", y en las series "The Class", ""The day of our lives" y "My name is earl".
A pesar de su condición Shaffer no ha dejado de calar en los papeles que interpreta, donde jamás se hace referencia a la enfermedad que lo hace parecer un poco más joven de lo que realmente es.
Sin duda, el esfuerzo y la perseverancia harán llegar lejos a esta pequeña estrella, que ya es querido por muchos por el buen papel que hace en la serie de televisión.

En la pequeña pantalla también tuvo su última participación en vida uno de mis actores favoritos, y de los mejores de la generación pasada, Patrick Swayze, conocido por sus participaciones en "Dirty Dancing", "Ghost" junto a Demmi Moore y "Point Break" con Keanu Reeves.

En estas tres películas interpretó papeles totalmente opuestos el uno del otro, demostrando que tenía la manera de ser versátil y encarnar cualquier reto que le impusieran para la gran pantalla.

Para el año de 2008 , luego de presentar algunos síntomas le fue diagnosticado cáncer de páncreas en fase IV, lo que le daba solo 5% de posibilidades de sobrevivir. De emergencia le realizaron una cirugía para extirparlo, sin embargo, ocho meses después se supo que había hecho metástasis y el hígado estaba siendo afectado.

A pesar de las pocas esperanzas de sobrevivir e imágenes donde se veía demacrado, Swayze quiso continuar con su profesión interpretando en la TV al veterano policía Charles Barker en la serie "The Beast". La primera temporada fue un éxito, y se pensaba que se firmaría la continuación pero el proyecto fue cancelado por el mal estado de salud.

Finalmente, 20 meses después de habersele diagnosticado la enfermedad, murió a los 57 años de edad en un hospital de Los Ángeles. Sus restos fueron incinerados y enterrados en un rancho de su propiedad.

Seguramente si los medicamentos hubieran hecho efecto, este actor habría muerto frente a la pantalla o rodando alguna escena, lo que para mi punto de vista, era su mayor deseo y tal vez, el de todos estos grandes actores.

03 abril, 2011

...Cambiando su vida (I-III)...

Una rutina poco usual

Al despertar se sentía plácido, como siempre le pasaba luego de haber tenido sexo. Su cuerpo estaba relajado, su piel tersa por haber liberado tensión y sus músculos firmes por el ejercicio.

La habitación estaba vacía. Todo lo que había era una mesa de noche a los pies de la cama, un closet desordenado con unas pocas prendas de ropa y un bombillo colgado del techo. 

Lo había vuelto a hacer, a su lado yacía una mujer desconocida con los ojos fijos y abiertos al infinito, su cabello masacrado por la sesión sexual y el vientre agujereado por al menos 15 puñaladas certeras. Bajo ella las sabanas estaban teñidas de sangre, que le permitían al hombre disfrutar de la escena.

Al levantarse de la cama, pensó que su víctima era la más hermosa hasta ese momento en tener la suerte de caer en su rutina poco usual.
La observó para admirar su quietud sepulcral, su piel blanca por la falta de sangre y el cuerpo desecho pero aún femenino.

Horas antes se atrevió a conocerla en un bar, hablaron de tonterías usuales entre par de desconocidos por unos minutos y después los tragos se encargaron del resto.
En la habitación se desnudaron, hicieron el amor con saña y pasión, como dos animales saciando instintos primitivos pero necesarios.

Después de llegar al orgasmo, ella fue al baño, una extraña costumbre de mujeres que a él le permitía hacer lo que tenía que hacer. Sacó su cuchillo de debajo de la cama y esperó.

La chica al salir fue recibida por una puñalada certera a la altura de las costillas, luego un golpe tras otro que no le permitieron respirar. Su cuerpo fue levantado como una bailarina en un vals de muerte para luego caer en la cama totalmente masacrado.

Ese sí había sido el orgasmo del hombre. La muerte de la chica le brindaba un placer indescriptible al acabar con una vida, alguien de quien ni siquiera conocía el nombre, la identidad o el pasado, simplemente había estado en el planeta para eso, ser asesinada por él.

La miró de nuevo y la cubrió, ya ese cadáver no le servía. Tarde o temprano tendría que salir de nuevo...

01 abril, 2011

...10 minutos en el paraíso, una vida en el infierno...

Esta mañana desperté con intensas ganas de tener a Carolina junto a mí, a pesar de saber que eso era imposible por los momentos, o tal vez, por siempre.

Por esa razón, me dejé llevar por la calma, busqué entre mis cajones secretos la llave a la felicidad, y así permitirme trasladar a un paraíso inexistente por al menos unos minutos.

Luego de hurgar por un momento conseguí la bolsa, 200 gramos de cocaína pura brillaban como si fuera polvo de diamante. De mi cartera saqué una tarjeta de crédito sin usar para cortar las líneas y un billete de la más alta denominación, si iba a ir al jardín del edén lo haría con caché.

Seducido por ese blanco deslumbrante sumergí mi cara en ese mar de blancura, disfruté del olor a ácido por unos instantes y luego me vi en el espejo. Mi nariz parecía llena de tiza y reí al recordar a Al Pacino en una escena de "Scarface".

Después de ese momento "Hollywoodense", esparcí la coca en la mesita de noche y comencé a formar una por una las 20 líneas que inhalaría. El claqueteo del plástico contra la madera parecía una sinfonía de muerte, mientras mis ojos veían como se iban creando cada uno de esos caminos de droga.

Ya cuando estaba todo listo, el billete perfectamente enrrollado y la droga delineada, me coloqué cerca de la mesa para aspirar por primera vez. La primera línea desapareció rápidamente, luego la segunda y la tercera.

Me detuve para sentir y descubrir que al parecer mi cara no estaba, mi nariz tampoco y solo las paredes del cuarto daban vueltas. En mi mente mi cuerpo había desaparecido, a pesar de que podía verlo, realmente era una sensación extrasensorial. Tras unos segundos, todo se desvaneció y caí en un lugar de un negro infinito.
Una pequeña bombilla, la mesa de noche con la droga, Carolina y yo era lo único que existía.

Nos besamos, hablamos e hicimos el amor de manera desenfrenada. Luego de eso aspiré la cuarta, quinta y sexta línea, para tratar de cambiar el entorno de la fantasía y así fue. De ese cuarto oscuro, las alucinaciones me llevaron a un bote donde Carolina, ataviada con un sencillo vestido amarillo, jugaba alzando las piernas como si estuviera en un columpio imaginario mientras veía el horizonte. Me acerqué, la sentí y hasta pude besarla.
El brillo de la coca me volvió a deslumbrar, no sé cuantas veces inhalé pero la playa ya se había ido.

Al darme cuenta estaba en una funeraria, todo el mundo lloraba, Carolina miraba el ataúd con cara de reproche y desaprobación en sus ojos.

Caminé a ver el cadáver y allí estaba yo, petrificado, pálido y vestido con un hermoso traje, ese con el que siempre imaginé que desposaría a Carolina. Vi sobre el vidrio de la urna y allí tenía el resto de la droga, agarré mi billete para terminar de aspirarla, y reí al darme cuenta que me drogaba mientras veía mi cadáver, una imagen hasta ahora indescriptible.

Todo se fue borrando rápidamente y allí descubrí que tendría una sobredosis, pero no me importaba, había logrado ver a Carolina por unos minutos a cambio de entrar a un nuevo infierno en mi vida.