12 julio, 2022

La pluma


Siempre se preguntaba cómo sería dejarse llevar, tal vez por eso una de sus películas favoritas era Forrest Gump, sobre todo por su principio y final.

La pluma siempre fue un gran enigma para ella, por una parte le provocaba ser así y flotar en el aire sin control, y por el otro, la sacaba de sus cabales que a alguien se le hubiera ocurrido que ese pedazo de materia flotante no tuviera un plan, un manual de uso, un camino dictado por el tiempo sobre el lugar donde descansar.

Ese era su eterno debate, el azar o el control férreo sobre su destino, porque al final, sus decisiones no podían quedar en manos de un ser invisible o el poder que la Luna ejerce sobre las mareas. ¿Qué pasaría si dejara todo a un lado y se dedicaba solo a sentir?

Una vez conoció a un chico así, un tanto desordenado, rebelde y con ideas alocadas en la cabeza, pero que le buscaba conversaciones interesantes, sabía detalles inútiles pero a la vez divertidos para recordar, y que de vez en cuando la tentaba, como la serpiente a la mujer primigenia. Parecía que él a veces quería hacerla explorarse, aunque nunca se habían visto y apenas se conocían.

Por un lado, se exasperaba y omitía todo aquello, porque ella no podía ser como la pluma, su plan estaba trazado sin tropiezos, sin desvíos y mucho menos curiosidades alocadas que la podían meter... ¿En problemas? Esa fue la pregunta que se hizo una noche mientras discutían sobre personajes una serie que veían: ella adoraba al controlador, él amaba al rebelde que solo se preocupaba por los demás, aunque a veces les hiciera daño.

Así que en medio de la discusión decidió darle un giro a todo al asunto, sabiendo que el chico no se negaría: ¡Haz tu magia, quiero ver qué puedes lograr antes de que nos durmamos!, Seguido de un emoticón con cara tentadora.

Él, sabiendo que a ella le gustaba tener el control y seguir instrucciones le dijo de manera socarrona: - Te apuesto que en cinco pasos podemos lograr que llegues al clímax -.

Ella se rio y casi dio por finalizada la conversación, pero unos minutos después estaba recibiendo un escrito llamado: "El sutil arte de conocerse a si misma". Los detalles no se conocen, pero cuentan que alcanzó sensaciones tan placenteras que al final, cada noche decidió ser como la pluma y dejarse llevar.