Fue un ejemplo a seguir por muchas cosas que tuvo en vida y por una en particular, una enseñanza que trató de inculcarme la última vez que pude conversar con él largo y tendido:
"Los mayores éxitos se logran con sacrificio, pasando trabajo. No te dejes llevar por el camino fácil, si tienes que irte del país, prepárate y llega a un lugar en el que no conozcas a nadie, incluso que no hablen tu idioma pero donde puedas crecer y formarte para un futuro".
Esa era su manera de decirme cómo logró todo lo que alcanzó. Un médico ejemplar, un padre ejemplar y un tío con el que tuve algunas desavenencias cuando niño pero que, cuando vi llorando por la muerte de mi papá, entendí que era muy parecido a mí.
Definitivamente era muy parecido a mí. En carácter, en la manera de referirme a los demás, en lo pragmático, en lo directo, en esa mole que se llevaba todo por el medio pero que al final terminaba siendo querido por todos.
Tal vez establecimos un fuerte lazo en los últimos años de su vida, cuando me llamaba hijo y yo solo escuchaba sus cuentos de política en ese apartamento de pisos brillosos y una brisa incesante, fue muy tarde para esa unión que debí cultivar desde más temprano.
Trataré de seguir su ejemplo y tenerlo siempre en mi memoria. Él era la unión entre dos familias dispares, pero a la vez muy unidas. Hoy ya no está, pero sigue vivo más que nunca entre todos nosotros.
