03 octubre, 2022

El sueño



Sabía que era un sueño pero ahí estábamos. Cuatro personas en un elevador conversando, a mi alrededor dos desconocidos que al parecer eran mis amigos en ese multiverso y frente a mí, la chica que me hacía feliz en los últimos meses. 

Todos íbamos a la misma fiesta, alguien había decidido casarse. Ella llevaba un vestido negro pegado al cuerpo y yo una chaqueta oscura y pantalones a juego. 

Mientras el ascensor ascendía a su destino, conversábamos animadamente y cuando se abrieron las puertas, ella salió rápidamente, me miró y fue a buscar a sus amigos. Yo me quedé allí junto a nuestros acompañantes, me invitaron a visitar un rato la ciudad que no conocíamos con la promesa de volver a la fiesta lo más pronto posible. 

Las puertas del elevador se cerraron, no me dió tiempo de avisarle a mi chica y comenzamos el descenso. A medida que iban cambiando los números, mi pesar iba creciendo porque quería estar con ella, no me gustaba alejarme de su lado y menos sin avisarle. 

Mis amigos iban animados, yo al contrario estaba cada vez más pensativo. Al salir del ascensor y ya en el portal del edificio, confirmé mis sospechas: no quería dejar a mi chica y menos por un momento de diversión que probablemente podría repetir en otro momento. 

Corrí en mi ruta de regreso. Hice fila en otro elevador, subí al salón de fiestas por un ala contraria del edificio y al llegar a mi destino ella estaba ahí, como siempre: sonriente y feliz, un tanto extrañada de mi tardanza si yo iba detrás de ella.

En ese momento desperté y supe que realmente la quería, que el sueño me había dado la señal más importante: que a su lado todo estaba bien y lo demás no importaba.