23 enero, 2023

La finca

Despierto en la madrugada, lleno de ansiedad y pensamientos de la vida adulta, tuve miedo al recordar cuando de niño tenía que ir a aquel baño alejado de la cama. Querías sentirte seguro cuando necesitabas hacer tus necesidades pero era imposible al tener que atravesar un largo pasillo y salir a un espacio donde se veía la sabana llanera oscura, silenciosa y probablemente llena de animales salvajes. 

Es increíble que eso sea lo más vívido que recuerde de la finca de mi tío, un caserón gigante donde pasé varias vacaciones de mi infancia y si me lo preguntan, muchos momentos felices que hoy en día están mezclados en mi mente y ninguno está muy claro.

Tengo imágenes de las vacas y sus becerros, la cocina amplia donde siempre surgían conversaciones y anécdotas familiares y a unos pasos de ella, una piscina rudimentaria donde todos chapoteaban: los más pequeños como yo se sumergían hasta tener los dedos arrugados, mientras que lo más viejos tomaban el sol y gozaban con un vaso de licor en la mano.

Alrededor de todo ese ambiente familiar, se mantenía la típica rutina de campo. Fernando, el capataz, y Lino, cuidaban de las vacas, los becerros, los pollos y los cerdos, algunos que terminaban convirtiéndose en una mascota de vacaciones a los que les tomabas fotos para recordarlas cuando te devolvieras a la ciudad, tiernos, bonitos y unos meses después, te enterabas que los habían sacrificado para acompañar un asado improvisado.

En ese caserón tuve una vida casi perfecta, compartiendo con mi papá momentos que solo tengo presentes en las fotos que aún conservo. Ambos sonrientes, con miradas congeladas para un futuro que ninguno de los dos imaginaba y que en ese entonces parecía muy, muy lejano. 

Sí, la finca era un universo en si misma. Allí viví parte de mi infancia que pareciera haberse quedado sumergida en las oscuridad de ese baño, un lugar que no entiendo por qué aún me da miedo, si probablemente, luego de salir de él y volver a la habitación, escuchaba la seguridad de la respiración de mi papá, mi abuela, mi tío y muchos otros que ya no están pero en ese entonces, lo eran todo.