23 marzo, 2020

Recuerdos


No había pisado esa casa en décadas, pero seguía recordando cada detalle, cada olor, cada ruido, cada palabra que le había dicho su madre en la infancia.

Al cruzar el portal y ver la máquina de coser en ruinas, llena de polvo y telarañas creyó que toda su vida no había pasado, nuevamente era un infante escuchando a su abuela contar momentos de la guerra, moviendo la manivela para girar la rueda una y otra vez, era increíble, lo que lograba hacer con un pedazo de tela.

El olor del café humeante lo despertó, las manos de su abuela estaban sobre su frente, acariciándolo y dándole mimos:

¡Te quedaste dormido, ¿soñaste algo?, el niño le respondió medio somnoliento: sí, que era adulto y tú eras un recuerdo!